martes, 28 de septiembre de 2010

OECD: Productividad y Competitividad II

OECD: Productividad y Competitividad II

*Jorge Navarrete Bustamante

Para la OCDE –ya lo insinuamos casi textualmente en la columna pasada- , el principal desafío que enfrenta Chile es el de hacer crecer la productividad.

A juicio del organismo internacional, las presiones competitivas que enfrentan las empresas chilenas en la actualidad son insuficientes como para generar incentivos que motiven la innovación, sin la cual es difícil alcanzar mayores niveles de productividad.

En términos muy generales, para lograr ello, se requieren mayores niveles de innovación, además de reformas que incentiven la entrada de nuevos actores a los mercados domésticos. La formación de capital humano y el hecho de alcanzar mayores estándares educacionales en la población puede ser también un factor crítico para cumplir con los objetivos mencionados. La mejora de los sistemas educacionales debe ir de la mano con una flexibilización del mercado laboral, sin la cual será difícil ubicar a los trabajadores en las industrias que efectivamente hagan un esfuerzo por generar proyectos centrados en la innovación.

En términos más específicos, una condición microeconómica clave para potenciar la productividad –como se dijo recién-, es elevar el nivel de competencia entre las empresas locales. Lamentablemente en Chile es muy bajo debido a las engorrosas barreras de entrada y de salida que existen en Chile para emprender un negocio. Por ejemplo, un negocio en Chile toma en promedio 27 días e incluye 9 trámites diferentes, versus el promedio de la OCDE de 13,4 días y 5,8 trámites. Asimismo en Chile se requieren en promedio 4,5 años para cerrar un negocio, frente a 1,7 años en los países OCDE.

Asimismo, en el ámbito de la innovación, la OCDE destaca el rol que puede jugar un mayor grado de asociatividad entre las universidades y centros de estudio y las empresas, en términos de aumentar los bajos indicadores de innovación que tiene Chile. En este punto, es importante distinguir entre la innovación en la frontera tecnológica mundial. Como es de esperar para un país con el nivel de desarrollo que tiene Chile, la innovación en la frontera tecnológica es muy baja, con un registro de sólo 23 patentes obtenidas entre 1996 y 2008.

Empero también la denominada innovación dentro de la frontera tecnológica. Una manera de evaluar este tipo de innovación es analizando si se incorporan a la canasta de exportaciones locales nuevos productos. En este punto, la OCDE destaca que la diversificación de las exportaciones chilenas ha ido cayendo, reflejando una mayor concentración en las industrias ligadas a recursos naturales. Si se considera una lista de 1836 categorías de productos de exportación a nivel mundial, Chile exporta más de US$ 1 millón en 374 categorías, mientras que Nueva Zelanda lo hace en 527, Australia en 848 y Canadá en 1268 categorías, a pesar de ser países que también concentran parte importante de sus exportaciones en recursos naturales.

¡Dura tarea tenemos por delante!

*MBA. Universidad de Talca

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Productividad y Competitividad

Productividad y Competitividad.

*Jorge Navarrete Bustamante

Productividad es hacer más con los mismos recursos.

En Chile, hace dos décadas, había menos recursos que ahora, pero la economía crecía a un ritmo más rápido y el aporte de la productividad en el Producto Interno Bruto (PIB) era mayor.

En un conocido diagnóstico, desde finales de los 90 el crecimiento del país se basa más en un aumento de los recursos (inversión y fuerza de trabajo) que en la eficiencia en la producción.

Desde 2006, la productividad total de factores (PTF) no sólo no ha crecido, sino que se ha contraído, mostrando saldos negativos que alcanzaron su peak el año pasado, cuando el indicador cayó 2%.

Un informe publicado por la OCDE -en junio pasado- deja en claro que el descenso de la productividad cruza diversas áreas.

Desde la minería, que se estima responsable de 0,2 puntos de la caída de la productividad total, hasta la fuerza laboral e incluso las exportaciones, a pesar de los más de 50 tratados de libre comercio que ha firmado Chile.

Según la OCDE, el deterioro de la PTF se produce por la falta de políticas recientes para impulsar la innovación.

Según la economista de la OCDE Cyrille Schwellnus: "La competencia en el mercado interno de productos es -en promedio- más baja-, las actuales leyes no favorecen el emprendimiento, las políticas de innovación priorizan la investigación pública sobre las empresas, y el bajo nivel de capacitación de la fuerza laboral es cuello de botella para que las empresas adopten nuevas tecnologías".

Expertos de la Cámara de Comercio de Santiago, estiman que una de las muestras más claras de los efectos de la caída de la productividad es la creciente dificultad del país para posicionarse en los mercados internacionales. Por ejemplo, los quántum exportados, que crecían a ritmo superiores al 10% a inicios de los '90, están en la actualidad en una fase contractiva.

De manera que el desafío es grande. Para poder alcanzar el nivel de país desarrollado, Chile debe remontar las caídas y lograr la meta de un crecimiento promedio anual de la PTF de al menos 1%.

Así, para poder alcanzar un crecimiento promedio anual del PIB de 6% en los próximos cuatro años, es necesario que la inversión aumente al 28% del PIB, la fuerza de trabajo crezca en 2% y la productividad, en al menos 1%.

Me anima la certeza que ello es posible si se toman las decisiones adecuadas enfocadas en lo planteado por la OECD. Es decir, incrementar la competitividad país para cumplir lo anhelado durante 200 años de vida republicana.

En nuestra región, debemos hacer lo propio intensificando lo realizado por la ARDP, CORFO, él GORE, la UTAL y las empresas maulinas silvoagropecuarias, entre otras entidades.

Evidentemente, la Estrategia Regional de Ciencia y Tecnología y la Agenda Estratégica del Centro de Competitividad del Maule esclarecerán la toma de decisiones de los directivos privados, públicos y académicos en pos de incrementar la productividad y competitividad de la región de Maule.

MBA. Universidad de Talca.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

200

200

*Jorge Navarrete Bustamante.

Eran pocos los que creían de verdad en la Independencia de Chile ese 18 de septiembre de 1810, a pesar del despótico y venal Gobernador español García Carrasco,­ y del descontento creciente con el imperio en las últimas décadas del siglo XVIII.

En efecto, ni los hacendados, peones e inquilinos; tampoco los comerciantes y artesanos; mucho menos los españoles en Chile (miembros del ejército y de la burocracia colonial), ni la Iglesia Católica (de altísima influencia económica, social, política y cultural), abrigaban una sentida vocación emancipadora.

De otra manera, no pudiera concebirse que representantes de esos sectores –Fernando Marques de la Plata o el Obispo José Martínez de Aldunate, por señalar un par- aceptaran suscribir un acta como la de la Primera Junta Nacional de Gobierno, que en sus frases más elocuente, señala:

… “defender al reino hasta con la última gota de su sangre, conservarlo al señor don Fernando Séptimo y reconocer al Supremo Consejo de Regencia...Todos los cuerpos militares, jefes, prelados, religiosos y vecinos juraron en el mismo acto obediencia y fidelidad a dicha junta instalada así en nombre del señor Don Fernando Séptimo, a quien estará siempre sujeta”. Acta del Cabildo de Santiago (18 de septiembre de 1810).

Eran otros entonces los comprometidos con la Independencia de Chile. Fueron unos pocos intelectuales que habían internalizado las ideas racionalistas o ilustradas que hacían referencia a la República como mejor gobierno y adecuado marco de convivencia social. Ello encontró eco en dos significativas excepciones en la Iglesia Católica chilena, a nivel de fraile, como es el caso de Camilo Henríquez, y del sacerdote talquino José Ignacio Cienfuegos. La curia, en cambio, se mantuvo adicta a la monarquía hasta que la República se posesionó irreversiblemente.

Hubo también excepciones entre hacendados, como O´Higgins, que se había formado en la Logia de Caballeros Americanos (Inglaterra), y José Miguel Carrera que en sus viajes a Europa abrazó los ideales emancipadores. Con el tiempo se incorporaron más.

Sí, pasado mañana celebramos el hecho que por vez primera los criollos (hijos de españoles nacidos en Chile) empezaran a regir, después de casi 300 años de colonialismo, nuestro territorio y a su gente, aunque fuera jurando lealtad al rey; al fin y al cabo, ello constituye el primer paso de nuestra Independencia.

Bailaremos cueca, pese a que en 1829 el Obispo Vicuña Larraín la declaró “danza del pecado”, y degustaremos empanadas que vienen de la época de los griegos y persas. Ambas ya están –al igual que la Independencia- en el corazón de Chile, y ya nadie nos las puede arrebatar.

¡¡Feliz 18!!

*Magister en Gerencia y Políticas Públicas. Universidad Adolfo Ibañez.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Ciencia y Dios

Ciencia y Dios

*Jorge Navarrete Bustamante

Hace 25 siglos en la Hélade hubo un glorioso despertar. De pronto surgieron personas que creían que todo, los seres humanos así como los animales habían evolucionado desde las formas más elementales; que las enfermedades no eran causadas por demonios o por dioses; que la tierra era sólo un planeta que giraba en torno a un sol que estaba muy lejano.

Esa revolución convirtió el caos en Cosmos.

Allí, en el siglo VI antes de nuestra era, surgió una idea nueva, una de las grandes ideas de la especie humana: Que el universo era conocible.

¿Por qué?

Porque existe cierto orden, ciertas regularidades en la naturaleza que permiten descubrir sus secretos.

La naturaleza no es totalmente impredecible. Hay reglas y normas que hasta la naturaleza misma debe obedecer. A este ordenado y admirable rasgo del universo se le llamó cosmos, y se le colocó en completa contradicción con la idea de caos. Este fue el primer conflicto que conocemos entre la ciencia y el misticismo; entre la naturaleza y los dioses; entre la razón y el dogma; entre la ciencia y la religión.

Pero ¿Por qué allí? ¿Por qué en las remotas islas del Mar Mediterráneo oriental? ¿Por qué no en las grandes ciudades de la India, Egipto, China, Babilonia o Mesoamérica?

Porque todas ellas se encontraban en el centro de antiguos imperios; con costumbres antiguas y mucha hostilidad a nuevas ideas. En cambio, en las Ciudades Estados de la Hélade, aún en el aislamiento no total de sus islas se promovía la diversidad pues ninguna concentración de poder podía imponer conformidad. La libertad de investigar fue posible. Estaban más allá de la frontera de los imperios y existía una rica interacción con los viajeros sobre tradiciones, lenguas, historia, prejuicios y dioses.

En la Hélade, diversas islas, como la Jónicas, estaban dispuestas a experimentar una vez que se empiezan a cuestionar rituales y prácticas largamente establecidas; encontraron que una pregunta lleva a la otra; una causa llevaba a una causa anterior.

¿Qué se hace cuando se presentan varios dioses diferentes, cada uno reclamando el mismo territorio?

El Marduk babilonio y el Zeus griego, eran considerados cada uno como el rey de los dioses, el señor de señores, amos del cielo. Los prosélitos de ambos se enrostraban recíprocamente que el dios del otro había sido inventado por los sacerdotes.

Y, si así era ¿Por qué no ambos, se preguntaron algunos sabios pensadores de la Hélade?

Y así fue cómo surgió la gran idea: la comprensión de que había formas de conocer el mundo sin recurrir a los dioses; que podían existir principios, fuerzas, leyes de la naturaleza, a través de los cuales el mundo podía comprenderse sin atribuir la caída de cada gorrión a Zeus.

Ese es el lugar donde nació la ciencia.

El primer científico jónico se llamó Tales, y lo relevante de su contribución es su enfoque, en el sentido que el mundo no fue hecho por los dioses sino que fue el resultado de fuerzas materiales interactuando en la naturaleza.

Hace unos días Hawking, al igual que hace 200 años Darwin, y a 2500 años de los sabios científicos de la Hélade, ese científico británico y heredero de la cátedra de Newton, persistió contra los poderes fácticos y los que no quieren oír: que el mundo no es más que una creación espontánea de la interacción de las fuerzas elementales del universo, y en la que la no es necesaria la hipótesis de intervención de una fuerza externa incognocible, invisible y omnipotente.

Guste o no, la ciencia se acerca cada vez más a responder las grandes interrogantes de la Humanidad.

*MBA. Universidad de Talca

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Maule: Reporte Competitivo

Maule: Reporte Competitivo

*Jorge Navarrete Bustamante

Con recurso del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC), aprobados por el Consejo Regional del Maule (CORE), se ha financiado el proyecto Creación Centro de Competitividad del Maule.

Así, con los $50 millones que se entregaron a la Universidad de Talca hace 10 meses, se desarrollaron diversos productos e iniciativas relevantes.

Cabe resaltar, en primer lugar, que el Centro de Competitividad del Maule, propende identificar con un prisma de Inteligencia Competitiva, los caminos reales de la competitividad regional, orientando y/o catalizando la elaboración e implementación de políticas públicas y de las agendas de clusters empresariales mediante el desarrollo sinérgico de tres funciones esenciales: la interacción con los tomadores de decisiones público - privado; la realización de estudios y de propuestas; y la transferencia de conocimiento.

Enfocado en tales vectores, y ya en segundo lugar, el Centro de Competitividad del Maule, inició sus operaciones en dependencias de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad de Talca, en función del aporte de dicha Casa de Estudios al proyecto. Desde allí se procedió a implementar la estructura matricial organizacional del Centro, contratando a cuatro profesionales con notable formación técnica, y dedicados a plenitud al proyecto

Asimismo, se configuró un Consejo Asesor para analizar y orientar la marcha del Centro. En él participan dos Consejeros Regionales del Maule; dos directivos de CORFO (uno del nivel nacional y otro regional); un directivo de la ARDP; y dos académicos de la Universidad de Talca, ambos con grados de doctor en economía.

Asimismo, y ya en tercer lugar, se desarrollo un adecuado trabajo de construcción de redes nacionales e internacionales entre las que destaca la gestión para ingresar a la red de Harvard. Simultáneamente, se inscribió la Marca “Centro de Competitividad del Maule”, en Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI); se diseñó con expertos la Imagen Corporativa, y se levantó al ciberespacio el sitio web http://centrodecompetitividaddelmaule.cl/, en el que se puede encontrar productos y servicios del Centro en comento.

En cuarto lugar, el Centro de Competitividad del Maule, se enfocó en elaborar con rigurosa metodología a lo menos tres productos relevantes: Consolidar Indicadores Regionales del Maule; Identificar nuevos potenciales clusters; y diseñar a nivel de perfil un Observatorio de Competitividad, los cuales se encuentran a disposición de los agentes económicos y directivos públicos de la región del Maule.

Del mismo modo, y ya en quinto lugar, el Centro de Competitividad cuenta ya con una plataforma tecnológica que facilitará realizar Inteligencia Competitiva para bien de los agentes económicos de nuestra región de Maule.

En suma, el Centro de Competitividad del Maule tiene perspectivas sólidas pues posee las potencialidades para constituirse en el principal Centro de Pensamiento Estratégico Competitivo de la Zona Central de Chile.

Interesante ¿Verdad?

*MBA. Universidad de Talca.