miércoles, 27 de julio de 2011

La política importa

La política importa

*Jorge Navarrete Bustamante.

La política importa mucho, mucho… Por ello debe recuperar el prestigio del cambio verdadero… la credibilidad de moldear, enrielar y de transformar el futuro hacia mejores estadios de desarrollo… la confianza perdida de los políticos en la palabra empeñada.

La política, guste o no, es lo que son los políticos en cada tiempo y lugar. Y hoy no pasan por su mejor momento en Chile ni en muchas partes del mundo. No pocos aspiran a ejercer el gobierno para beneficio propio o de su círculo más cercano; otros son honestos pero incompetentes.

Por qué no decirlo, desde los tiempos de la antigua Atenas -a lo menos- se ha percibido conductas constreñidas con el genuino “Arte de Gobernar”.

Pero reconozcamos también que desde “la noche de los tiempos” hay expresiones de “buen Gobierno” que le han reportado progreso y desarrollo a la humanidad entera, que la historia resalta y cuyos monumentos en plazas y avenidas en todo el mundo constituyen una notificación concreta para emular por las nuevas generaciones.

Es que la política rige, regula y determina – a través de leyes- gran parte de nuestras vida desde antes de nacer hasta después de nuestra partida final. Quizás por ignorancia a veces se dice “a mí la política no me da de comer”

¡Craso error!

A veces con cierto dejo de interés por alcanzar un objetivo electoral se reniega de la Política; incluso hubo gobiernos que han intentado gobernar sin políticos; pero les dura poco. Recordemos al presidente Jorge Alessandri Rodriguez que su “gobierno de gerentes” duro sólo año y medio.

Es decir, no existe gobierno duradero en la historia de la humanidad que haya gobernado sin políticos, incidiendo ello -según sea el caso- para bien o para mal, en el destino de sus gobernados.

Por ello en política no se debe improvisar en base a slogan pues “al final del día” son incoherentes con la realidad e inconsistentes con su magno propósito.

El fin de la política no es el poder –este no es más que un medio-, el fin de la política es el Bien común.

Gobernar, es entonces, tomar decisiones. Los gobernantes deben elegir entre diferentes opciones. Según sean las decisiones se incrementará su legitimidad y apoyo o crecerá el malestar ciudadano. De allí que preguntarse sobre quiénes inciden en el Gobierno para tomar decisiones es importante.

“Si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir”, dicen los españoles indignados.

Es que la gobernabilidad y la convivencia de una nación se afianzan con efectiva democracia participativa, con genuino diálogo social; en fin, con líderes políticos que desde el Estado democrático, son capaces de construir consensos, de establecer mecanismos de negociación y decisión para formular políticas de Estado en pro de las demandas, y anhelos de sus ciudadanas y ciudadanos.

Por ello, importa la política, y saber explicarla, comunicarla y, sobre todo, ejercerla con coherencia ética, es sencillamente fundamental.

Por ello la política importa, porque es la más eficaz práctica que nos permite superar nuestros miedos, la intolerancia, la desigualdad.

MBA. Universidad de Talca.

martes, 19 de julio de 2011

Wittgenstein: Chile autista

Wittgenstein: Chile autista

*Jorge Navarrete Bustamante

En la sociedad chilena se está consolidando, viviendo y expresando un nuevo tipo de relaciones sociales, sustentado en una diversidad sin precedente, un pluralismo en expansión, una anhelante horizontalidad, en una elocuente aspiración de autonomía y, a la vez, en un externo y extemporáneo freno a la autogestión individual y colectiva.

Dicho en pocas palabras: ¡Chile quiere Igualdad verdadera!

Igual libertad para chilenas y chilenos; Igualdad de oportunidades para todos; Igualdad de derechos para todo ser humano nacido en Chile.

Por cierto, ello trasunta, a lo menos, una mejor democracia que la actual. Un Estado laico de verdad. Una educación pública de calidad en todos sus niveles. Una equilibrada distribución del Ingreso. Una armoniosa relación entre medio ambiente y crecimiento.

Por ello y más, marchan hoy los jóvenes y adultos de Chile.

¿Por qué no avanzamos con efectividad y diligencia hacia una superación sistémica de tales desafíos?

Una de las razones pudiera ser un cierto autismo entre todos los componentes de la sociedad chilena.

No hay que leer a Wittgenstein para entender que la realidad de lo que acaece en Chile es una falta de proposiciones con significado compartido, una comunicación efectiva.

Cierto. No se requiere haber leído el “Tractatus” de Wittgenstein para darse cuenta de que las palabras significan al interior de ciertas prácticas sociales y que, cuando varían éstas, hacen variar también su significado. Y esto es posible porque existe inexorablemente un isomorfismo entre lenguaje y realidad, sustentado en una misma figura lógica, o estructura, común.

En definitiva, insinúa Wittgenstein, es el contexto lo que da sentido a las palabras. Así, la mayoría de los errores filosóficos o políticos provienen de confundir los contextos, o de juzgar un contexto por las reglas de otro.

¿Le hace sentido lo señalado?

Veamos. Durante siglos la expresión “ser humano” incluyó sólo a hombres blancos y europeos, incluso el teólogo Ginés de Sepúlveda aseveró que esos entes morenos, semidesnudos, que hablaban una lengua ininteligible y que habitaban las Indias no eran “verdaderos” seres humanos. Así, si el mundo hubiese creído a Ginés de Sepúlveda, los descendientes de esos seres a quienes el teólogo no consideraba verdaderos seres humanos, no serían hoy día ciudadanos.

Siguiendo el hilo anterior, erróneamente hoy no se modificaría el sistema binominal porque nuestros ciudadanos continuarían inmaduros derivando hacia situaciones parecidas a las de 1973; no habría matrimonio civil para personas de un mismo sexo por normas jurídicas establecidas para una sociedad de hace 170 años atrás, y por ancestrales sacramentos religiosos (asumibles por quienes la profesan, y respetables por todos) pero, que hoy violan el igual respeto que, en una sociedad democrática, merecen todas las formas de vida, sexuales, religiosas, alimenticias o deportivas, a condición de que sean libremente consentidas; hoy no habría un cambio sustantivo hacia la educación pública y laica pues aún se confundiría si se trata de un bien público o de un bien de consumo...

Pareciera que hay diálogo de sordos… A pesar de Wittgenstein.

MBA. Universidad de Talca.

martes, 12 de julio de 2011

Dignidad de los Indignados

Dignidad de los Indignados

*Jorge Navarrete Bustamante

Pareciera ser que aún no se entiende bien lo que actualmente ocurre en el mundo y en nuestro país. Nótese que en España la expresión ciudadana no era por más empleos, mejores salarios o cosa similar. Era, en realidad es, por una mejor democracia.

En Chile tampoco la causa es sectorial sino sistémica. Es el modelo, ese que sí bien cumplió un efectivo rol en el pasado ya da síntomas de fatiga, de fallas y de consecuencias graves cada vez más estructurales para el propio modelo y para millones de chilenas y chilenos que cuestionan al sistema en su conjunto.

De manera que responder con propuestas coyunturales, funcionales, desconectadas o alambicadas por muy substanciosas en recursos que sean, no parecen ser eficaz.

Sí, el sistema completo está en cuestión, inclusive el modelo de sociedad. Entiéndase en ello los magros síntomas de los poderes del Estado; los ya aletargados poderes fácticos como la iglesia católica que a unos de sus connotado clérigo y abusador sexual lo destina a “retiro espiritual”¿?; de los venales y vergonzantes dirigentes deportivos que no renuncian; de los oscuros negocios del retail con sus colusiones y ganancias exorbitantes que dicen que sus robos son un mero accidente; de los partidos políticos desenfocados: ocupados de si llevar una o dos listas, éste u otro presidenciable, sin comprender la necesidad de una efectiva transformación.

Pero están también los anónimos esos que aún en situaciones límites como el del 27 marzo, asaltan supermercados, tiendas y hasta el aeropuerto de Santiago.

No se trata de casos.

Es la vocación de lucro sino de usura, hecho sistema en Chile. Es el poderío incontrarrestable de poderosos círculos privados que imponen la impunidad para sus miembros, y que pretenden además controlar la sociedad, la vida privada y hasta la sexualidad de cada ser humano de este país. Es la indefensión del ciudadano en su máxima expresión.

Ello indigna a los dignos.

La dignidad, es el derecho de los seres humanos a tener derechos. Se trata, en consecuencia, de un valor superior, sobre el que reposan todos los demás. Una vida digna entraña siempre una abierta posibilidad de mejoramiento, en el sentido de una apropiación, de una mayor conciencia o lucidez. Ergo, ningún ser humano puede llegar a serlo en verdad si se recortan sus posibilidades.

No es, por tanto, ningún capricho de la lengua que a los portadores de la dignidad colectiva -sean laicos o religiosos-, se les llame “dignatarios”, pues el poder que reciben es para el mejoramiento de la comunidad. Por ello, cuando un dignatario actúa de manera indigna, beneficiándose de su posición, sentimos vergüenza. Pero cuando son las instituciones las que lo hacen, primando los intereses de grupos, genera indignación.

Esta no es una cosa de izquierdas o de derechas sino algo inherente a la persona humana.

Por eso para indignarse hay que tener dignidad aunque los dignatarios aún no lo entiendan.

MBA. Universidad de Talca.

martes, 5 de julio de 2011

Chile: Innovación 2011

Chile: Innovación 2011

*Jorge Navarrete Bustamante

Chile ocupa el primer lugar en la lista de los países latinoamericanos en términos de innovación, según el Índice Global de Innovación (GII), elaborado por la escuela de negocios INSEAD.

Sin embargo, Chile ocupa el puesto 38 a nivel global, lo siguen Costa Rica y Brasil quienes ocupan los lugares 45 y 47, respectivamente.

Según el estudio, las fortalezas de Chile están dadas en los siguientes indicadores: Regulación (Puesto 18), Tasa Impositiva (19º), Gobierno en Línea (18º), Capitalización del Mercado (11º), Aranceles Aplicados (7º) e Inversión Extranjera (18º).

Es decir, ha dado buen resultado el haber institucionalizado buenas prácticas que propician un mejor ambiente para la innovación, como la creación del Consejo Nacional para la Innovación y la Competitividad, y el uso de los crecientes ingresos de las exportaciones de commodities para financiar proyectos de innovación.

Sin embargo, la buena posición de Chile se ve afectada por un bajo desempeño en dos áreas ligadas tradicionalmente a la innovación. En la categoría Capital Humano e Investigación ocupa el lugar 71º (incluyendo el lugar 89º en educación primaria), mientras en el índice de Eficiencia ocupa el puesto 93º a nivel mundial.

Es decir, tenemos problemas graves pues se trata de vectores estructurales más que institucionales. Dicho de otro modo, se requiere poner en marcha un proceso cualitativo de mayor complejidad y, por lo mismo, de más largo aliento para alcanzar el estándar cuantitativo de situar al país algún día entre los primeros “30 a nivel mundial”.

Requerimos cambiar la mentalidad cortoplacista que aún tenemos. Ese pensar que sólo lo tangible “vale”; y que invertir en intangibles cómo la educación, mejoramiento continuo o la investigación es “perder” plata, o que simplemente pueden esperar que otros lo hagan porque necesitamos ahora “lucir” un resultadito “concreto”, es nuestra irresponsabilidad e incompetencia.

Innovación, al decir del Manuel de Oslo, “es crear valor a través de la transformación de ideas o conocimientos en nuevos, o significativamente mejorados, productos (bienes o servicios), procesos, métodos de comercialización o métodos organizacionales“.

Ello trasunta empezar por abrir la mente de nuestros niños y jóvenes, para despertar en ellos la curiosidad científica en la perspectiva que encuentren soluciones a sus grandes y pequeños problemas.

Ello se logra con transversal educación de calidad, con medios de comunicación inteligentes que elevan los niveles de conversación familiar y societal, y con un Estado que valora y da muestras reales que lo intangible importa y que el acceso por igual al conocimiento, es la herramienta insustituible para el crecimiento, cohesión social y mayor felicidad de los chilenos y chilenas.

Si no corregimos el actual modelo imperante, la innovación, la competitividad, y la paz social que anhela Chile y el Maule no dejaran de ser más que un simple espejismo.

MBA. Universidad de Talca.