miércoles, 25 de abril de 2012


Competitividad: Instituciones de Colaboración

*Jorge Navarrete Bustamante

Con la aprobación del curso Microeconomía para la Competitividad por parte de la delegación maulina, realizado en Donostia, Euzkadi, España, dictado por el Instituto Vasco de Competitividad u ORKESTRA, de la prestigiosa Universidad de Deusto,   los Consejeros Regionales, Guillermo Martínez y Raúl Palacios; el gerente de la Corporación de Desarrollo Productivo Mario Fuenzalida; el profesional del Centro de Competitividad del Maule, Roemil Jorquera, y el director del mismo que escribe, se incorporaron formalmente a la RED de Universidad de Harvard.

Ello es algo simbólico pero consubstanciado en la cristalización de un proceso tanto de aprendizaje formal como de una trabajo interactivo presencial con las empresas; autoridades del gobierno de Euzkadi; centros tecnológicos, institutos técnicos y universidades, que  nos permitió aproximarnos a lo medular del modelo competitivo vasco, y extrapolar esto en función de las peculiaridades que tiene nuestra región del Maule.

Cierto, la autonomía política es altamente importante en dicho desarrollo pero la aplicación rigurosa de una visión compartida de amplio espectro y de mediano y largo plazo, es sencillamente central.
Lo anterior contiene -entre otros vectores claves- estrategias de especialización inteligente y un eficaz trabajo del capital social o instituciones de colaboración que, complementando el rol del gobierno, inciden gravitante en la implementación de lineamientos estratégicos como los antes señalados.

Tales “instituciones para la colaboración”, incluyen por ejemplo asociaciones industriales, asociaciones profesionales, cámaras de comercio, organizaciones de transferencia de tecnología, centros para la promoción de la calidad, instituciones de investigación sin ánimo de lucro o asociaciones de ex alumnos universitarios, entre otras.
Junta Adelanto del Maule, formada por empresas, universidades, gremios y profesionales de la región pensando y trabajando por el Maule

Las instituciones de colaboración influyen en la productividad y en la competitividad al cumplir una variedad de funciones de mediación en el mercado local, regional, nacional e, incluso, internacional, tales como llevar a cabo actividades colectivas (por ejemplo, capacitación o recogida de información), facilitar las relaciones y establecer normas.

Las organizaciones de colaboración pueden incrementar la competitividad, pero también pueden debilitarla si encaran acciones que disminuyen la competencia, o los otros participantes económicos que interactúan con ellas tiene un comportamiento errático o errado.

¿Cómo estamos en ese ámbito del desarrollo competitivos regional? ¿Existe una estrategia compartida de competitividad regional? ¿Tenemos una estrategia de especialización inteligente a la cual nos hemos referido en columnas anteriores?

Nos anima la certeza –a quienes compartimos la experiencia en el País Vasco- que es posible trabajar sistemáticamente (sin cambiar estructuralmente las reglas del juego determinados por la coyuntura, la inercia o el acaso), con liderazgos transversales e instituciones de colaboración enrieladas hacia el desarrollo competitivo de Maule.

MBA. Universidad de Talca.

miércoles, 18 de abril de 2012

Reformas necesarias

Reformas necesarias

*Jorge Navarrete Bustamante

Se acerca ya la hora del pronunciamiento del gobierno sobre la reforma tributaria, tan decisiva para avanzar hacia un mayor equilibrio de ingresos en la población el país como para la paz social y la gobernabilidad.

Tal reforma es tan decisiva como la reforma al régimen político y su sistema electoral, esa que termine de una buena vez por erradicar el ya funesto sistema binominal.

Ambas reformas, si no son hoy asumidas con profundidad –al igual que el fortalecimiento de la educación pública chilena- será impuesta en el debate por la ciudadanía en los próximos comicios presidenciales del año 2013 con altísimas probabilidades que al final de ellos triunfe el candidato o candidata de la oposición.

Con Diputados de la República, tanto del Gobierno como de la Concertación

De manera que esas son las genuinas corrientes subterráneas que, según sea la decisión actual de quienes gobiernan, llevarán a la Casa de Toesca a aquellos que sinceramente cumplan con la mayoritaria expectativa de la ciudadanía chilena.

Ello no es entonces banal. Ya no se puede dilatar más, tampoco intentar distraer la mente de las chilenas y chilenos, o simplemente de reprimir (en forma abierta o encubierta) a quienes piensan distinto o se manifiestan con una NO violencia activa.

La ciudadanía chilena mayoritariamente no pide nada excepcional: desea hoy inclusive un cambio no de sistema sino un cambio dentro del sistema.

En ello, hay que tener en cuenta que los ajustes técnicos son interesantes, pero no van al fondo del problema. Tales reformas tienes un propósito, ante todo, político. Y en ellas no caben actitudes conservadoras pues la situación actual no resiste más anacronismos. Hay que pensar en el bien país y no sólo en un minúsculo sector reconocidamente lobbista, concentrador y poderoso, y cuyas consecuencias ya todos sufrimos en su total magnitud.

De manera que no es la hora de sorprender con argucias de poca monta, ni estrategias de marketing público tan agobiantes como poco novedosas. Es la hora de la responsabilidad de Estado, de la expertiz pública, de la dignificación de la verdadera política, esa que da el giro necesario a los acontecimientos adversos en pos de nuevos y mejores estadios de desarrollo para la sociedad chilena.

De lo contrario, si se mediatiza, se insiste en la “letra chica”, o si predomina la pequeñez… se impondrá incrementalmente una legítima exigencia ciudadana de “cambiar el sistema”, y no un cambio “dentro del sistema”. Empero, cualquiera sea el rumbo de estas dos disyuntivas, el proceso se iniciará este otro año –guste o no- con un cambio de signo político en La Moneda que responda efectivamente a esta nueva etapa política, económica y social, y para que lidere una reforma tributaria que mejore la distribución del ingreso, una reforma que fortalezca nuestra alicaída educación pública, y una reforma que profundice nuestra ya deficiente democracia.

Sólo hay que cruzar el “Rubicon”…

MBA. Universidad de Talca.

domingo, 15 de abril de 2012

Entorno de la Competitividad

Entorno de la Competitividad

*Jorge Navarrete Bustamante

Estudiando los Institutos de Competitividad de la RED de Harvard encontré un texto lúcido que esclarece lo relevante que son los entornos –esos que están detrás de los números- a la hora de construir competitividad.
Con ORKESTRA de la Red de Harvard:al centro Ibon San Vicente y María José Aranguren .

Es que no hay dos opiniones acerca que en la actualidad –con crisis europea, y proyección a la baja del crecimiento chino después de casi una década, entre otros fenómenos eco sociales y políticos mundiales- está emergiendo una nueva complejidad en el ámbito de las relaciones económicas globales, que enmarca a escala planetaria el análisis, políticas y comportamiento de los agentes económicos, los decisores públicos y el conjunto de la sociedad civil.

La evolución hacia esta complejidad ha sido gradual –reconoce ORKESTRA- y en ella confluyen varias tendencias que pueden organizarse en tres grandes grupos:
• Complejidad derivada de la globalización;
• Complejidad derivada de las tendencias en la disponibilidad de recursos naturales, la estructura demográfica y los patrones de demanda global; y,
• Complejidad derivada de la necesidad de compatibilizar objetivos diversos en la política económica.

Es decir, diferentes tendencias coyunturales y estructurales –quizás imperceptibles para la mayoría de los ciudadanos maulinos- afectan al entorno de nuestra competitividad.

Y ese paisaje competitivo emergente es diferente del hasta ahora conocido, y exigirá romper inercias y decisiones difíciles en un contexto como el que se encuentra nuestra región.

Dicho de otra manera, y con un modesto ejemplo: dada la fragmentación de la producción en el mundo, lo que se espera es que los actores maulinos de la competitividad aportemos conocimiento y capacidad de innovación en cada una de las etapas de producción fragmentada para el desarrollo conjunto y competitivo de la cadena global de valor.

Es que las empresas y los territorios compiten por desarrollar y expandir el valor agregado capturando en cada una de las fases, lo que, en términos de la política regional, implica el deseable alineamiento de los actores de la competitividad territorial en la búsqueda de una mayor y más sofisticada inserción territorial en las cadenas de valor globales.

Quizás se piense que ello es aún demasiado para alguna de nuestras empresas, universidades, y generadores de políticas públicas sub nacionales, pero ese es parte del complejo entorno real que incide en la competitividad regional, y no podemos desentendernos o tener una mirada de corto plazo.

Lamentablemente, para los adversos al cambio, el entorno es altamente dinámico y, superándose el actual trance crítico mundial, el contexto posterior aunque sea hoy coyuntural, será otro.

La meta regional actual es entonces, consolidar la capacidad de liderar con éxito una economía basada en la eficiencia; y el reto maulino es evolucionar desde el estadio competitivo de la eficiencia hacia el estadio competitivo de la innovación para, cuanto antes, liderar la complejidad emergente. ¡Y ello es posible!

MBA. Universidad de Talca.

Estrategia Competitiva

Estrategia Competitiva

Jorge Navarrete Bustamante*

Desde hace ya varios días estamos asistiendo al curso Microeconomía para la Competitividad que desarrolla la Red de Harvard, específicamente ORKESTRA o Instituto Vasco de Competitividad, uno de los referentes mundiales en tan relevante materia.

Analizando el Plan de Energía, Innovación e Internacionalización; así como la aplicación de los programas territoriales o comarcas del País Vasco o Euskadi.

Estudiando las propuestas realizadas por los Ph.D Mari José Aranguren y Mikel Navarro, inmediatamente uno se percata que en nuestra región tenemos otras conversaciones.

Ello lo comentábamos con quienes hemos venido a estudiar y a conocer la experiencia competitiva de Euzkadi o País Vasco, el cual tiene poco más de 2 millones de habitantes en algo más de 7 mil kilómetros cuadrados (nuestra región tiene 30 mil), en un relieve absolutamente montañoso, y con un PIB de 50 mil millones de dólares aproximadamente.

Se parece –en algunos paisajes- mucho a nuestra región montañosa sea la de la costa o la andina, pero con un desarrollo que le permite tener uno de los ingresos per cápita más alto de Europa (30 mil dólares). No tienen petróleo, ni diamantes (antes tuvieron hierro), tampoco uranio, no pueden practicar casi la agricultura pero tienen capacidad de organizarse, de trabajar, de pensar a mediano y largo plazo. Tienen estrategia y capacidad de apostar en actividades productivas no propias de su historia económica como construir clúster de biociencia y de aeronáutica, con resultados positivos y efectos colaterales extraordinarios.

Con interesados en la competitividad maulina como Guillermo Martínez, presidente de la Comisión de Estrategia del Consejo Regional del Maule, Raúl Palacios también Consejero Regional y Mario Fuenzalida, Gerente de la Corporación de Desarrollo Productivo; así como el profesional del Centro de Competitividad de la Universidad de Talca, Roemil Jorquera y el suscrito, hemos aquilatado tal realidad y observado a la distancia que nuestra región puede avanzar mucho más en decisiones estratégicas que incrementen el valor de nuestra actividades productivas e incremente el ingreso de los maulinos.

Tal vez sea necesario desarrollar estrategias de innovación territorial para la construcción de ventajas competitivas. Sin embargo, el concepto de estrategia no resulta claro, en sus límites y contenidos, cuando se aplica al territorio.

Es necesario entonces analizar un tipo concreto de estrategia territorial de especialización inteligente.

Es decir, definir en el “qué”, por un lado, y en el “cómo” y “por quién”, por otro, de la estrategia territorial. Es que el análisis actual por estos lares pone de manifiesto la conveniencia de no tener una visión restrictiva de tales estrategias, y tampoco sobre el diferente papel que el Gobierno desempeña dependiendo de las distintas capacidades existentes en la región. Más aún, se subraya que es preferible desarrollar simultáneamente, y no secuencialmente, las necesarias capacidades científico-tecnológicas y la generación de una visión compartida de la estrategia de especialización inteligente en un proceso de emprendimiento.

*Director del Centro de Competitividad del Maule. Universidad de Talca.

Redistribución del poder

Redistribución del poder

Jorge Navarrete Bustamante

Si algo es notable en el desarrollo competitivo de sociedades más avanzadas como las que hemos conocido una delegación de la región de Maule -hace algunas semanas- en Euskadi o País Vasco en España, así como otras exploradas en estos últimos días por el suscrito en el Viejo Continente, es la adecuada distribución del poder: tanto el político y territorial, como el económico y social.

Percibo que allí radica ya uno de las piedras de tope para nuestro desarrollo regional como nacional.

Los síntomas actuales son elocuentes: desconfianza, falta dialogo, una polarización creciente, carencias de espacios legitimados donde puedan ordenarse los intereses en disputa, falta de sintonía entre el centro y las regiones; débil gobernabilidad.
El tema de fondo es la excesiva centralización de Chile, y la inexistencia de un debate vinculante con la toma de decisión real que selle una mayor autonomía política y económica a las regiones.

La recaudación central de los recursos con la consiguiente asignación centralizada de los mismos; así como la exagerada dependencia de las autoridades políticas designadas sólo genera hoy día expresiones ciudadanas cada vez más incisivas como las conocidas por todos, en los últimos años.

Ignorar ello solo profundizará y radicalizará los conflictos.

Se requiere –ya se ha dicho recurrentemente desde estas columnas- de soluciones menos correctivas y más estructurales. En ello, un marco pudiera ser la modificación al régimen presidencial que desde hace ya años se posterga y que incidiría en la configuración y generación de las autoridades administrativas en nuestra regiones.
Chile será desarrollado o no, sólo si se implementa una descentralización real. Ello inclusive contribuye a consolidar un sentido de pertenencia regional hoy tan esmirriado.

En la región debe, eso sí, existir conciencia para bregar por esa conquista. El centro no cederá poder por obra de gracia. Hay que desarrollar capacidades propias, priorizar nuestras propias políticas públicas, avanzar hacia una auto dependencia dentro de los ámbitos que es posible, preferenciar lo maulino.

Con el actual Intendente (al centro), Rodrigo Galilea;  el referente en Inteligencia Competitiva  el catalán Pere Escorza (de corbata roja); la Dra Maya Piñeiro representanete de la FAO;  Mario Fuenzalida Consejero Regional del Maule (corbata amarilla); la Dra Ivette Ortiz, gerente de IALE Chile (al costado derecho); y Carlos Smith impulsor del ICORE o Indice de Competitividad de Regiones (al costado Izquierdo)
Ello trasunta decidir de verdad acá en el Maule lo que haremos para desarrollar nuestros aún débil capital social y cívico; nuestros propios sistemas de innovación y de transferencia; nuestra peculiares lógicas territoriales que permitan disminuir la inequidad; nuestro capital humano.

Tal proceso de adquirir poder real es posible de lograr. Hay experiencias en ello. No será inmediato el resultado. Un futuro distinto requiere de un primer paso. Sólo debemos empezar.

MBA. Universidad de Talca.

Competitividad: Instituciones de Colaboración

Competitividad: Instituciones de Colaboración

*Jorge Navarrete Bustamante

Leyendo hace unas semanas atrás un papers de la Red De Harvard, me llamó la atención lo expresado por Michael Porte y Willis Emmons, sobre el rol de la instituciones de colaboración en la competitividad.


En Bilbao cursando en la RED de Harvard. De izquierda a derecha: Raúl Palacio (Consejero Regional del Maule); Mario Fuenzalida (Gerente de la Corporación de Desarrollo Productivo del Maule); Mikel Navarro (PDh en Economía Instituto Vasco de Competitividad u Orkestra); Guillermo Martinez (Consjeero Regional), el suscrito, Roemil Jorquera ingeniero del Centro de Competitividad del Maule.

Ellos plantean textualmente, que los últimos años se ha reconocido cada vez más la importancia del entorno microeconómico de los negocios para la competitividad y el desarrollo económico. Dicho entorno comprende una compleja variedad de activos (por ejemplo, el conjunto de aptitudes y habilidades, y la infraestructura física), organizaciones, políticas y normativas que afectan la productividad con la cual las empresas e industrias pueden competir. Las entidades que afectan a la competitividad en el nivel micro y que saltan más fácilmente a la vista son, entre otras, los organismos gubernamentales, los entes regulatorios, las empresas y las universidades.


Menor comprensión se tiene del papel que cumple una amplia variedad de otras organizaciones que afectan significativamente a la competitividad. Estas entidades, que denominamos “instituciones para la colaboración”, incluyen por ejemplo asociaciones industriales, asociaciones profesionales, cámaras de comercio, organizaciones de transferencia de tecnología, centros para la promoción de la calidad, instituciones de investigación sin ánimo de lucro o asociaciones de ex alumnos universitarios, entre otras.


A un nivel más general, las instituciones de colaboración influyen en la productividad y en la competitividad al cumplir una variedad de funciones de mediación en el mercado local, regional, nacional e, incluso, internacional, tales como llevar a cabo actividades colectivas (por ejemplo, capacitación o recogida de información), facilitar las relaciones y establecer normas. Las organizaciones de colaboración pueden incrementar la competitividad, pero también pueden debilitarla si encaran acciones que disminuyen la competencia. La efectividad de estas organizaciones también depende del comportamiento y de las actitudes de otros participantes económicos que interactúan con ellas.


Los tipos de instituciones que recaen en la categoría de organizaciones para la colaboración pueden determinarse por su grado de implicación. Por ejemplo, los organismos autárquicos del gobierno que brindan servicios a compañías – como la organización Proexport que promueve las exportaciones en Colombia – pueden ser considerados como organizadores de colaboración. En el otro extremo del espectro, la Kyoto Research Park, que promueve el desarrollo de los clusters regionales, también puede considerarse una organización para la colaboración, aunque esté organizada como subsidiaria de Osaka Gas, una empresa local de servicios regulada. Las organizaciones sin ánimo de lucro que participan activamente en actividades culturales o de asistencia social – como el Ejército de Salvación – no se considerarían normalmente de colaboración ya que no prestan servicios que beneficien a empresas.

Continuará

*Director Centro de Competitividad del Maule. Universidad de Talca

Desafío de Competitividad

Desafío de Competitividad

*Jorge Navarrete Bustamante


Desde el sábado pasado, lo Consejeros Regionales Guillermo Martínez y Raúl Palacios; el gerente de la Corporación de Desarrollo Productivo; Roemil Jorquera, profesional del Centro de Competitividad del Maule, y el suscrito director del mismo, forman parte en calidad de alumnos de la RED de Harvard al haber aprobado el curso Microeconomía para la Competitividad dictado por el Instituto Vasco de Competitividad u ORKESTRA, miembro dilecto de dicha red.


En clases en  Bilbao, y San Sebastian (Donostia), Instituto Vasco de Competividad, España. De espalda el Consejero Regional Raúl Palacios,  a la  izquierda el gerente de la Corporación de Desarrollo del Maule, Mario Fuenzalida; el profesor holandés Bart Kamf; Guillermo Martinez (Consejero Regional del Maule, y el suscrito. Foto tomada por Roemil Jorquera Ingeniero Civil del Centro de Competitividad del Maule.
Empero lo relevante es que nos traemos un nuevo concepto de desarrollo competitivo, el de trabajar sistematicamente con encadenamientos compuesto por diversas entidades que a veces compiten, en otras cooperan, se complementan y/o hacen sinergia, orientados todos a incrementar la productividad, que es la que al fin y al cabo, la que logra ingresos sostenibles y una elevada calidad de vida.

Ello parece sencillo pero no lo es. Se requiere primero de una visión colectiva compartida, ampliamente validada, de mediano y largo plazo, del más amplio espectro. Se requiere de voluntad y de liderazgo político; de empresas comprometidas con su territorio; de universidades y centros tecnológicos enfocadas concretamente en las necesidades regionales.

Se necesita de un capital social que incrementalmente desarrolle un reconocido protagonismo para que aporte, monitoree y hasta evalúe permanente el desarrollo de ese encadenamiento: si los recursos públicos son eficientemente invertidos; si es necesario apoyar la innovación en procesos, en la coordinación de niveles y ámbitos de intervención, o en la estructura organizacional del mismo; si es posible o no en la formalización de nuevos encadenamientos.

La triple hélice, gobierno, empresa, universidades deben actuar en sintonía en dicho encadenamiento; conjugar la nomenclatura de la competitividad simétricamente y contribuir con sus específicas capacidades y calidades, mirando más allá de las fronteras territoriales con eficiencia, innovación, y coherencia con respecto al entorno contemporáneo.

Ello y más ha logrado el País Vasco en los últimos 25 años. Tienen ya 11 clusters de jerarquía mundial, en los cuales todos tienen el mismo discurso -sin importar la idea o credo-, y un solo norte: incrementar la competitividad y el bienestar de su población.

Nos hemos motivado a trabajar en dicha red y con esa vocación. Es posible implementar un nuevo enfoque que armonice el desarrollo competitivo regional del Maule; es posible técnicamente empezar a medir –y con mayor rigurosidad- la competitividad interna y de extramuros; es posible tomar decisiones de asignación de recursos en nuevos sectores productivos; es imperioso innovar, transformar nuestra estructura productiva, construir estrategias de especialización inteligente.

Sólo tenemos que empezar a coordinarnos, a romper la inercia, a lograr mayores espacios de autonomía, a impulsar nuestras propias políticas públicas. Podemos correr nuestra propia carrera y no sólo la que otros quieren que corramos estándarizadamente.

Es posible, nos enseñaron como lo hicieron los Vascos… ahora tenemos que encontrar nuestra propia fórmula en base a nuestro propio entorno, idiosincrasia, potencialidades y perspectivas.

*Director Centro de Competitividad del Maule. Universidad de Talca.