viernes, 21 de junio de 2013

INCAE y el Maule


*Jorge Navarrete Bustamante

Desde el lunes pasado una delegación de la región del Maule se encuentra desarrollando capacidades estratégicas en INCAE Business School, considerada según  Ranking de América Economía 2013, la mejor escuela de negocios en América Latina, Top 10 en el Mundo.

Ello es la continuación de lo realizado -el año pasado- en ORKESTRA o Instituto Vasco de Competitividad en que tomadores de decisiones de nuestra región aprobaron curso “Microeconomía para la Competitividad”, preservando y desarrollando vínculos de conocimiento indelebles.

Y es complementario también a los talleres realizados acá en Talca, a fines de 2012 con el Instituto de Competitividad de Uruguay en que participaron empresarios, directivos públicos y académicos de nuestra región de Maule.

¿Qué tienen de común esos tres Centros líderes de formación en competitividad?

Es que los tres son parte de la RED de Harvard; y con los cuales la Universidad de Talca tiene convenios muy activos en función de lo realizado por el Centro de Competitividad del Maule, al punto que profesionales de éste son ya miembros de pleno derecho de la Red Internacional de Alumni del curso MOC de la Universidad de Harvard.

Ello no es menor, pues la RED funciona, intercambia, coopera, ayuda a los territorios y empresas a construir –cuando estas lo requieren- genuinos entornos competitivos. Por ejemplo, el ministro de industria de país Vasco expone el estado de desarrollo económico de su Comunidad Autónoma ante la RED de Harvard, más precisamente en Boston, liderando la comisión examinadora, el presidente Honorarios de dicha red, PhD. Michael Porter.

Cierto, estamos hoy varios maulinos en INCAE BUSINESS SCHOOL (Costa Rica) preparándonos en temas más estratégicos que coyunturales como es el curso en aplicado estudio intitulado, “Competitividad con enfoque en Desarrollo Rural y Políticas Públicas”.
Ello es posible gracias al Consejo Regional de Maule, a la Comisión de Estrategia en particular, al servicio administrativo de GORE, y a la Corporación de Desarrollo Productivo, que siempre directa o indirectamente han apoyado este proyecto FIC conducente a contribuir con conocimientos estratégicos al desarrollo sistémico regional.

Cierto, queda mucho por avanzar en el sentido de trabajar estratégicamente en que una “Carta de Navegación” de cuenta de nuestra peculiar condición rural, de nuestros desafíos competitivos –ya descrito en columnas anteriores- y de la suficiente autonomía para desarrollar políticas públicas sub nacionales pertinente con la realidad regional.

Por ello estamos en INCAE BUSINESS SCHOOL, estudiando metodologías adecuadas que apoyen técnicamente la obtención de productos sistémicos, meso y micro competitivos para contribuir a elevar desde la perspectiva del conocimiento teórico y aplicado en la RED de Harvard los estadios de desarrollo de nuestra región del Maule.


MBA. Universidad de Talca.  

Competitividad y Políticas Públicas


*Jorge Navarrete Bustamante

La ignorancia supina a veces lleva a algunos a aseverar que nada tiene que ver la competitividad con las políticas públicas.

En efecto, contrario a la creencia usual que atribuye los éxitos industriales de las  economías occidentales a las políticas de “laissez faire” y “libre mercado”, la  evidencia histórica sugiere que el uso de  políticas industriales, comerciales y  tecnológicas fue el ingrediente principal en  su exitosa transformación estructural.
Ello entraña que la competitividad empresarial sería el resultado o producto de un patrón de interacción compleja y dinámica entre el Estado, las empresas, las instituciones intermediarias y la capacidad organizativa de una sociedad.

Asimismo –y ya en términos más integrales- la tesis central de la competitividad sistémica, definida a partir de los trabajos de autore D. Messner o J. Meyer-Stamer, plantea como piedra angular la idea de que el nivel de competitividad genérica de una economía o territorio determinado, es el resultado del esfuerzo organizativo e institucional de la sociedad y de los agentes económicos, sociales e institucionales que interactúan en dicho territorio.

El modelo sistémico de la competitividad, viene entonces a reconocer de facto que en el logro de un nivel de desarrollo industrial-económico realista, son imprescindibles medidas específicas, por parte del gobierno y de organizaciones privadas de desarrollo, orientadas a fortalecer la competitividad de las empresas (nivel meso), en un contexto de organización y de consenso.

Asimismo, la capacidad de integrar las políticas meso y macro depende de la existencia de toda una serie de estructuras políticas y económicas y de un conjunto de factores socioculturales y patrones básicos de organización (nivel meta). Por tanto, la competitividad a nivel territorial es el producto de un entorno donde se crean y mantienen las condiciones para que el esfuerzo competitivo se produzca, entorno que no puede improvisarse sino construirse.

De manera que una empresa singular, no es competitiva por sí misma, especialmente si no cuenta con un entorno favorable de proveedores, servicios orientados a la producción, o una presión competitiva de competidores locales. La competitividad en el nivel micro está basada en la interacción. El aprendizaje por interacción (learning-by-interacting) es clave en el proceso de innovación, especialmente cuando se constituyen ventajas competitivas dinámicas.

Asimismo, el Estado y las políticas públicas por éste operadas, desempeñan un papel decisivo en la definición del proceso de desarrollo, su consolidación o la reestructuración productiva de una economía, especialmente bajo las nuevas modalidades de gestión gubernamental.

Por lo tanto, políticas públicas y gestión de la competitividad son sencillamente consubstanciales, guste o no a quienes pecan de acendrada ignorancia estancando a las regiones y a empresas privadas como públicas.


MBA. Universidad de Talca.

jueves, 13 de junio de 2013

Ética y debate presidencial


*Jorge Navarrete Bustamante

El lunes pasado se realizó el primer debate presidencia bajo la actual ley de primarias. Ello ha sido de sorprendente relevancia pública dado los 24 puntos marcados por el rating en la TV privada chilena y estadounidense (CNN), aunque no es nuevo para la oposición pues lo ha organizado e implementado desde hace 20 años (1993), en esa época entre los precandidatos Eduardo Frei Ruiz Tagle y Ricardo Lagos Escobar.

Empero esta vez el centro del debate fue más estructural ya que se debatía acerca de la sociedad en la que queremos vivir de aquí a los próximos 20 años. Es decir, ya no para el periodo de los próximos seis o cuatro años del periodo presidencial bajo el recurrente sistema de “posta”, y en el marco de un sistema heredado y luego ajustado incrementalmente en el proceso de reconstrucción democrática cómo en el pasado.

Por ello, los vectores estructurantes en todo estado nacional como es la elaboración de una nueva Constitución; la gratuidad y calidad de la educación como “piedra angular” para revertir la actual distribución del ingreso que está generando además verdaderos ghettos en nuestra convivencia diaria; y la integración social en materia sexual y étnicas, fueron neurálgicos en el debate del lunes precisamente porque de ello pende la genuina paz social de la patria.

Cierto. No se abordaron tales tópicos en debates ni en candidaturas de antaño con la contundente profundidad y decisión de esta semana. Ello precisamente porque las sociedades son dinámica, evolucionan o involucionan, y su quehacer está determinado por prioridades que ellas mismas resuelven según su específico nivel de maduración; desarrolla velocidades en el marco de reglas que se ha dado o heredado, y que en este caso –pese a todas las reformas constitucionales- impiden avanzar hacia nuevos y mayoritariamente deseables estadios de desarrollo: “unos pocos deciden por los más”, antítesis de toda democracia.

Han sido nuestros jóvenes los que impulsan tamaña transformación deseada. Y nuestra sociedad no puede dejar de procesar y atender eficazmente las mismas. Ello es rol del estado. Esta vez, la responsabilidad de sus instituciones, y de los partidos políticos chilenos –fundamentales en toda democracia- no puede supeditarse a “darle una vuelta más al torniquete institucional”: ello sería nefasto.

Por ello el dilema entre la ética de convicción y la ética de la responsabilidad (Max Weber), está latente. Esto no quiere decir que la ética de convicción es idéntica a la ausencia de responsabilidad, y la ética de responsabilidad a la ausencia de convicción; por el contrario, se completan mutuamente. La alianza debe entonces asumir que la absolutización de una mal entendida ética de convicción puede llevar al país a una ingobernabilidad que la mayoría no desea para Chile, precisamente por carecer de una mínima ética de la responsabilidad.


MBA. Universidad de Talca. 

sábado, 1 de junio de 2013

El Maule posible II


*Jorge Navarrete Bustamante

¿Y los territorios al interior del Maule?

La inequidades sectoriales se agravan cuando se territorializan. Esto termina por fragmentarnos. Necesitamos más cohesión regional en base a un equilibrio territorial verdadero. La revitalización de nuestras ciudades capitales provinciales y de –a lo menos- otras tres capitales comunales puede ser también considerada como parte integral de una nueva estrategia competitiva. Es imperioso entonces, construir entornos competitivos integrados. Clusterizar la región es una alternativa factible, en el marco de un maulino plan de desarrollo competitivo.

¿Se puede hacer algo en Capital humano?

Ya no bastan sólo los programas nacionales. Un programa regional de “Rescate, Reestructuración y Reorientación Laboral” podría ser útil para respectivamente: mitigar la deserción escolar o la baja calidad de la misma; reajustar programas y metodologías en función de nuestra vocación productiva; y redireccionar itinerarios laborales.

Es que el trabajo precario hoy no es una excepción, y ello debemos asumirlo con responsabilidad compartida si efectivamente queremos constituirnos en una región genuinamente desarrollada donde impere una sostenible paz social.

¿Y la innovación maulina?

Tal vez en el marco de un Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación –hoy inexistente-, se debiera avanzar hacia una apuesta estratégica por las biociencias sustentada en la importancia de este sector en una región genuinamente alimentaria, y en la oportunidad de renovar y diversificar el posicionamiento estratégico de la región de Maule en tal área.

Agrupar, asimismo, los centros tecnológicos en corporaciones tecnológicas, es una idea a considerar; la elaboración de un Plan de Competitividad Empresarial e Innovación Social para incrementar la productividad, la convergencia tecnológica y el fortalecimiento del sector agroindustrial, es digno de analizar, en el marco de una necesaria –lo he dicho ya antes – “Estrategia regional de desarrollo competitivo desagregada transversalmente en territorios y sectores”.

Todo esto requiere complementar los recursos nacionales con los regionales -público privado- destinados a abrir la mente de nuestros niños desde la escuela primaria hasta el mundo laboral de los adultos. De lo contrario, continuaremos donde estamos.

Podemos avanzar hacia una economía basada en la innovación, con productos y servicios en la frontera de la tecnología mundial, con empresas que compiten con estrategias únicas de alcance global y con una elevada cuota de servicios resistentes a los shocks externos.

En definitiva, podemos desarrollar innovación social, en el sentido de crear, instalar y difundir nuevas formas de comunicación y cooperación, para que en conjunto los maulinos trasformemos una idea en valor como respuesta a los problemas reales de nuestra sociedad maulina; es decir, como solución de utilidad y de sostenible bienestar social para todas las maulinas y maulinos.


MBA. Universidad deTalca.