ESTADO E IGLESIA, COLUMNAS PUBLICADAS EN DIARIO El CENTRO CON MOTIVO DE CONOCIDAS ASEVERACIONES DE UN OBISPO SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS EN CHILE, DURANTE LA DICTADURA, Y LA "PÍLDORA DEL DÍA DESPUÉS"

Estado e Iglesia


Publicado en julio 18 de 2009 en Diario El Centro de la Región del Maule.

*Jorge Navarrete Bustamante

“Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, dijo una vez Jesús.

Si hubieran sido consecuente quienes institucionalizaron sus humanista predicas quizás el mundo se habría evitado muchas guerras, persecuciones, inmolaciones, tormentos y la muerte de millones de personas humanas.

Baste con señalar los 1000 años de obscurantismo teocrático medieval, en que la Iglesia Católica Apostólica y Romana impuso sobre la sociedad occidental, a sangre y fuego, un solo Dios, una sola fe, una sola Iglesia.
En efecto, ésta regulaba  omnipotentemente  todas las manifestaciones de la vida del ser humano, desde antes de nacer hasta después de morir. Era el Totalitarismo en todo el sentido del verbo. Nadie podía disentir en el ámbito del arte, de la cultura, de la política y mucho menos en lo científico (recordemos entre innumerables mártires a Giordano Bruno, Galileo Galilei, Nicolás Copérnico y otros). El que disentía era torturado y/o asesinado.

Ello se fundamentaba en que el Papa y, por extensión, la Iglesia eran infalible, lo que sólo fue reconocido como un error recién ahora, en la segunda mitad del siglo XX. Y, los crímenes cometidos por la Iglesia Católica a través de la “Santa Inquisición”, sólo fueron reconocidos recién hace 9 años, al decir de Juan Pablo II, como “errores cometidos en el servicio a la verdad recurriendo a métodos no evangélicos”.

Es decir, “los errores” de tal magnitud la Iglesia Católica los reconoce –más o menos- después de 500 años, y con conceptos de dudosa autocrítica.  

Es que la Iglesia siempre ha sido una aliada de poder, salvo en sus orígenes. No sin cierta razón suele decirse que el verdadero cristianismo murió en las Catacumbas.

Pero, si durante centurias fundamentó –más precisamente hasta nuestra independencia- que las monarquías eran de origen divino.

Nótese que en la 2° Guerra Mundial el Papa Pío XII poco o nada hizo contra otro totalitarismo –el Nazi- ni específicamente, contra el Holocausto que sufrieron 6 millones de personas en Alemania, Austria, Polonia, Hungría y Praga, entre otros. Ello, indudablemente, ha demorado su beatificación.      

Es decir, la afección y hasta consubstancialidad de la Iglesia Católica con el poder temporal, está  –si lo tuviera- en su ADN. Ello le reporta más poder económico (no pagan impuestos diversos bienes que posee, entre otros privilegios), mayor control sobre la sociedad y elocuente gravitación política.

Por ello le es muy difícil reconocer a la Iglesia Católica los límites entre el poder temporal y el poder espiritual; se confunde y rebalsa tan distintiva frontera en su afán de imponer sus creencias y pareceres a todos los habitantes del Estado, sean o no sean católicos, como en el Medioevo.

En una República, la Iglesia tiene todo el derecho a pronunciarse sobre lo que es para ella menester pero presionar o extorsionar conciencias como lo hizo monseñor Goic hace unos días, es a lo menos otro “método no evangélico”.

Continuará.

*Magister en Gerencia y Políticas Públicas. Universidad Adolfo Ibañez.



Estado e Iglesia II


Publicado en julio 23 de 2009 en Diario El Centro de la Región del Maule.

*Jorge Navarrete Bustamante.

“Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, dijo una vez Jesús.

Así comenzó la columna pasada refiriéndose en ella al quehacer absolutamente institucional de la Iglesia Católica sobre hechos reconocidos –aunque extemporáneamente- por el propio Vaticano.

La Fe no es ni será jamás un tema discutible para el suscrito. Cada ser humano es libre de creer en la “Verdad Revelada” que mejor sienta o lo interprete. Ella se respeta de igual forma como a quienes hacen de su vida el  escudriñar la “Verdad Buscada”.

 “En una República, la Iglesia tiene todo el derecho a pronunciarse sobre lo que es para ella menester pero presionar o extorsionar conciencias como lo hizo monseñor Goic hace unos días, es a lo menos otro “método no evangélico”. Así culminó, lo reconozco, la durísima, sin matices, e implacable columna pasada.

Sólo una cavilación más sobre el particular. Las “cuestiones temporales” tienen la crudeza propia del poder, y nada ni nadie debiera alterarse por ello mientras no se falte a una verdad verificable, por dolorosa que ella sea. Aunque asimismo la indolencia nunca es buena consejera, razón por la que no se trata de herir a personas, amigos y hermanos de fines que han abrazado la  vocación de servir desde la Fe.

El tema en análisis es objetivo, Estado e Iglesia: ¿Cuándo uno u otra se inmiscuye en el ámbito  o competencia institucional del otro?

Para aproximarnos a ello es necesario rememorar, en términos muy básicos, que el fin último del Estado, no es otro que el Bien Común, y como tal debe tratar a todos por igual, tanto a los creyentes de cualquier religión, como a los no creyentes.

Asimismo, cabe recordar que hoy la mayoría de los países de la tierra poseen un Estado Laico, incluyendo Chile. Dicho Estado supone una mínima injerencia, interferencia o presión  –no su opinión- de cualquier institución religiosa sobre el Gobierno, Congreso, Poder Judicial, las FFAA, las universidades, escuelas o empresas públicas. A su vez un Estado Laico genuino, es el protector de la Libertad Religiosa caracterizándose por una rigurosa neutralidad, es decir, no ejerciendo preferencia o desafección por ninguna Iglesia en particular.

El Estado Laico entonces, no es en absoluto ateo (salvo excepciones). Por el contrario, garantiza la Libertad de Conciencia como pilar de la dignidad humana. Es decir, protege el proceso racional, reflexivo, la elaboración intelectual del ser humano, y su adhesión o no a concepciones valóricas o creencias, sean estas religiosas, filosóficas, ideológicas, políticas o de cualquier otra naturaleza, como asimismo a rechazar aquellas que considera erróneas; proceso que corresponde al fuero interno de la persona humana y que tiene un carácter inviolable.

 ¿Básico verdad?

Amigo lector. ¿Tiene Chile efectivamente un Estado Laico, o con alguna recurrencia percibe intervenciones fácticas –abiertas o discretas- de la Iglesia en los más diversos niveles y ámbitos de la institucionalidad pública?

Continuará

*Magister en Gerencia y Políticas Públicas. Universidad Adolfo Ibañez.   



Estado e Iglesia III



Publicado en julio 30 de 2009, en Diario El Centro de la Región del Maule.

Jorge Navarrete Bustamante[1]

Un genuino Estado Laico –decíamos- se tipifica por la protección efectiva de la Libertad Religiosa, no ejerciendo preferencia o desafección por ninguna Iglesia en particular. ¿Es así en Chile, o hay evidentes favoritismos por una Iglesia en los medios de comunicación estatal, en los poderes del Estado, en las FFAA y centros de educación pública, entre otros?

Un Estado Laico verdadero debe garantizar la Libertad de Conciencia, pues el fuero interno de toda mujer u hombre constituye un pilar fundamental de la dignidad humana y, por lo mismo, es inviolable. ¿Se percibe ello realmente en nuestro país?

La realidad es elocuente ¿verdad? [2]

En fin, Estado e Iglesia continuará siendo un ámbito de interés cada día de nuestras vidas porque aunque no quiera reconocerse, es una relación dinámica entre dos poderes temporales. Empero, ello adquirirá connotación pública, y a veces será un hecho político, sólo cuando uno de esos poderes pretenda manipular el inviolable fuero interno de la mujer o del hombre; por la eventual prepotencia de una Iglesia sobre otras religiones de minoría, que también deben ser respetadas; o cuando los legítimos postulados morales de una Iglesia se quieran instaurar a quienes no son sus prosélitos.

Es asimismo elocuente el desconocimiento en las ya mentadas instituciones pública de lo que es un Estado Laico en los quehaceres, ritos republicanos, patrimonio material y espacios públicos más elementales. Se requiere educación. Pero también se precisa de información hacia la comunidad sobre los recursos y privilegios que el Estado les concede a todas las Iglesias. Ello también es transparencia y es bueno para nuestra sociedad. 

¿Sabe, amigo lector? En el transcurso de las dos columnas pasadas tuve el agrado de recibir el llamado de un alto dignatario de la Iglesia Católica: fue una conversación sincera como cordial. Agradezco públicamente sus bendiciones. Asimismo, valoro altamente las disensiones bien inspiradas, en especial las de Rafael y Pablo. Creo que ello es bueno para la región.

Sin embargo, algunos llamaron a El Centro no necesariamente para publicar sus opiniones ¿Censura?

También llamaron a mis superiores jerárquicos del lugar en que yo trabajo, donde yo me gano la vida y la de mi familia… ¡Sin comentarios!

Me enteré de ello en eventos sociales. Recibí afectivas consideraciones, no porque estuvieran de acuerdo con la forma o con el fondo de lo que escribí sino porque gracias a la vida existe hoy en Chile una prensa libre, y centros de pensamientos cuya praxis fundamental es el respeto al pensamiento libre, la búsqueda de la verdad y, por ende, el respeto por las inviolables expresiones de fuero personal.

A casi 200 años de iniciada la República, esas “operaciones” demuestran que aún quedan desafíos que con coraje moral hay que asumir para conquistar, de una buena vez, un efectivo Estado Laico en nuestra Patria.

*Magister en Gerencia y Políticas Públicas. Universidad Adolfo Ibañez.  



1] Magister en Gerencia y Políticas Públicas. Universidad Adolfo Ibañez
[2] Escribí detalladamente sobre ello hace algunos meses en tres columnas sobre Estado Laico y Píldora.




Estado Laico y Pildora

Publicada en abril 9 de 2008, en Diario El Centro de la Región del Maule

*Jorge Navarrete Bustamante.

En un fallo dividido, el Tribunal Constitucional (TC) resolvió acoger el requerimiento de 36 parlamentarios de derecha que solicitaron se prohíba la venta y distribución gratuita de sustancias que contengan levonorgestrel y otros métodos anticonceptivos como la "T" de cobre y las pastillas hormonales, a menores de 18 años.

La votación fue de cinco a favor del requerimiento y cuatro en contra, pasando por encima de una iniciativa del Gobierno de Chile que había sido confirmada por la Corte de Apelaciones y sancionada positivamente por la Corte Suprema. Sin embargo, el contenido del fallo quedó en reserva mientras se redactan las conclusiones finales del documento, por lo que cada chileno, según sus “inspiradores” y gestores -abiertos y encubiertos-, no debiera hacer ni decir nada (podría ser “artificioso y escandaloso”) hasta que todo se haya consumado. Nada más fácil entonces: pontificar sobre hecho a oscura fraguados y consumados.

Veamos. Si el levonorgestrel es declarado inconstitucional, no sólo la "píldora del día después" saldrá del mercado, sino también todos los  anticonceptivos que tengan ese compuesto, además de la T de cobre. Ese cambio en el panorama nacional afectaría a 3.358.196 mujeres de entre 15 y 49 años, y los expertos advierten que los abortos clandestinos doblarían a la cantidad de nacimientos adicionales que aparecerían después de la decisión.

En efecto, si el levonorgestrel fuera prohibido, según el doctor Ramiro Molina, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y creador del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente, habría 150 mil nacimientos extras al año, y los abortos clandestinos llegarían a 275 mil, elevándose a 56 mil las hospitalizaciones por abortos. La mortalidad  materna por esa causa crecería entre dos y cinco veces.

Un penúltimo antecedente, las cifras indican que en los sectores pobres una de cada cinco adolescentes menores de 20 años es madre, mientras que entre el sector acomodado una de cada 30 jóvenes tiene un hijo
En suma, de prohibirse la "píldora del día después" en el sistema público, Chile sería el quinto país del mundo -junto con Filipinas, Ecuador, Uganda y Costa Rica- en no tenerla, a partir de un catastro hecho a 206 naciones.

Con tal decisión, de sólo cinco de un total de nueve personas que constituyen el inefable Tribunal Constitucional (y aunque el fallo del 22 de abril sea matizado), Chile se atrasará casi 50 años en materia de salud pública. En efecto, en 1965, durante el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva, se activaron las primeras políticas de regulación de la fertilidad en Chile. Su principal objetivo fue «reducir los riesgos asociados a la práctica del aborto inducido en condiciones inseguras». ¡¡Que ironía!!

Hasta aquí lo concerniente a política de salud pública.

Continuará.

*Magíster en Gerencia y Políticas Públicas. Universidad Adolfo Ibáñez.



Estado Laico y Pildora II

Publicada en abril 16 de 2008, en Diario El Centro de la Región del Maule

*Jorge Navarrete Bustamante

La enardecida problemática sobre la “píldora del día después” que se ha creado en Chile, no es tal en más de 200 países del mundo. Ello ha sido un proceso a lo menos sorprendente en éste lejano rincón del mundo.

Pruebas al canto. En los años 2001, 2002, 2003 el Centro Ages, cuyo presidente es Juan Jara Opazo (abogado de la Univ. de Los Andes –de orientación opus dei-, y vinculado a la UDI), interpuso infructuosas demandas ante las Cortes de Apelaciones de Santiago y Suprema; además de organizar protestas frente a La Moneda sobre temas similares al comentado, aunque esto lo hacía como vicepresidente de la sospechosa entidad de consumidores ACONOR, ente funcional al requerimiento público de “libertad para las farmacias” que pretendía impedir la venta de farmacos que el Ministerio de Salud había establecido, y que ellas (Cruz verde, Salco Brand y Ahumada) acogieron con obediencia casi feudal, configurando una evidente transgresión a la norma de salud pública, a costa de una multa -a un par de ellas- de 30 millones de pesos.
 
Luego, Jorge Reyes Zapata (abogado acólito del prelado opus dei Juan Ignacio Gonzalez Erraruiz -obispo de San Benardo-, y militante UDI), interpuso la funesta demanda ante el Tribunal Constitucional cuyo fallo en detalle sigue pendiente, y que tres diputados maulinos, genuinos adalides de la vida y de los Derechos humanos, respaldaron con su rúbrica: Sergio Correa de la Cerda (UDI), Ignacio Urrutia Bonilla (UDI, y Germán Verdugo Soto ( ex ind. UDI).

Pero hay más. El obispo Goic afirmó que ello es una controversia artificial, que no hay que hacer escándalo -ante un fallo que se ha entregado ya “por goteo”-, y que no debe criticarse al tribunal (el mismo en que algunos miembros han señalado su subordinación irrestricta a la Iglesia Católica como si estuvieran en un tribunal canónico). 

Lo anterior, es parte de una política de la Iglesia Católica, légitima en democracia pero no compartible. En efecto, hace cuatro años ésta aseveró sobre la pildora en comento: “El Estado no puede pasar por encima de lo que Dios pide”… La respuesta fue contundente: el 67% de entrevistados en sondeo público –mayoritariamente católicos- estaban en completo desacuerdo con esa posición de la Iglesia.

Para que continuar. Tales acciones abiertas, y otras encubiertas, han llevado a que el doctor Horacio Croxatto -científico que ha investigado los efectos del fármaco-, señale: "lo que queda claro es que prevaleció una vez más la presión de la Iglesia por sobre la ciencia y los derechos humanos y se instauró la dictadura moral en Chile. Es lo más grave que le ha ocurrido al país en este siglo".

Ello explica el despertar de las conciencias de miles de chilenas de todas las condiciones que empiezan a defender activamente su inalienable derecho de decidir por si misma algo intransferible: el qué hacer con su propio vientre.

Continuara…

*Magister en Gerencia y Políticas Públicas. Universidad Adolfo Ibañez.


Estado Laico y píldora (III)

Publicada en abril 23 de 2008, en Diario El Centro de la Región del Maule

*Jorge Navarrete Bustamante.

Hemos señalado en las columnas anteriores que es legítimo que la Iglesia Católica tengan su propia doctrina y política sobre la “pildora del día después”, el aborto, la eutanasia o la eugenesia. Y por cierto todos, católicos o no, debemos ser tolerantes de sus prédicas y adoctrinamientos para que sus prosélitos las cumplan.

Dicho de otro modo, miles seríamos los no católicos que defenderíamos tales derechos de la Iglesia Católica si ellos fueran abolidos o cercenados. Más claro aún, gustoso lucharía contra quién intente forzar a una mujer católica a usar la píldora del día después, a practicar el aborto o la eutanasia, si ella los rechazara.

Lo insólito es que recurrentemente la Iglesia Católica quiere imponer sus directrices a quienes no profesan su fé y, por tanto, a quienes no son sus cófrades ni tampoco sus seguidores.  

Ello le hace un daño profundo al Alma de Chile, libertaria por antonomasia, y a la propia Iglesia Católica, pues tan dolorosas acciones son percibida como resabios ancestrales de quienes se resisten a reconocer que ya no son aquilatados como poseedores de la verdad absoluta o infalibles; pero más grave aún, se le siente -bajo ese manto de palabra tranquila-, como un ente prepotente que no respeta a la persona humana como portadora de su propia su conciencia, y por ende, como rectora responsables de sus propios actos.

Cierto. Le es difícil despojarse de ese afán de tutelaje tan propio del medioevo, que penetraba a las familias, y que además se infiltraba y posicionaba en las instituciones públicas fundamentando el orígen divino del statu quo.

Efectivamente, el viernes recién pasado la profesora de religión Sandra Pavez fue imposibilitada, según fallo de la Corte Suprema, de hacer clases de religión por parte de la Iglesia Católica en un colegio laico, a raíz de su condición sexual de lesbiana. Ello a pesar del respaldo a la profesora de toda la comunidad escolar, incluido profesores, alumnos y apoderados.

Cabe preguntarse. ¿Es correcto que una entidad religiosa se inmiscuya en la intimidad más profunda de la vida privada de un ser humano, para impugnarla y despojarla de su dignidad de impartir la enseñanza en lo cual se le había reconocido idoneidad? 

Así, no es humilde ni díafano autoproclamarse como defensores de la vida y de la dignidad de la persona humana. ¿Quién puede decir que tiene el patrimonio exclusivo de ellas? ¿Quién puede propalar ésta es la verdad y, por tanto, debo imponerla a todos? ¿Por qué no entender de una buena vez que ya no se está en un Estado Confesional ni   –gracias a la vida- a nada que se le parezca? ¿Por qué no respetar al prójimo verdaderamente en su integralidad, y en su rica diversidad de ser, creer, pensar, sentir, y en consecuencia y circunstancias decidir?

Se avisoran tiempos de cambios…, es que chilenas y chilenos anhelan ya un Estado Laico de verdad.

*Magíster en Gerencia y Políticas Públicas. Universidad Adolfo Ibáñez













Aborto terapéutico y política.

*jorge Navarrete Bustamante

Después de la discusión política de algunos candidatos presidenciales a referirse sobre el tema del aborto terapéutico pareció necesario dejar pasar algún tiempo para pronunciarse sobre este tema que de verdad resulta casi sorprendente, ya que éste se aplicó en nuestro país desde la década de los ´60 impulsado por el gobierno del presidente Frei Montalva, y derogado bajo la dictadura de Pinochet con el fundamento de defender la vida ¿?

Este año, pareciera ser que el cuestionado derecho a discutir éste tópico está fuera de duda para la Iglesia y, pareciera entonces, que para todos. Lo ejercen ya voces tan autorizadas como el portavoz y el diario del Vaticano, además de varios obispos de diversos continentes. Lo que constituye un progreso evidente y valorable de la Iglesia, quizás extemporáneo, pero más vale tarde que nunca. Aunque puede también que siempre haya sido así, sólo que el resto del mundo no lo sabía, o simplemente los énfasis de la Iglesia Católica han sido diferenciados de acuerdo a cada país, a cada grey, y en Chile la orientación de la iglesia sobre este tema ha sido la que ella estima que sus seguidores deben recibir.

Veamos. Desde Luanda, el portavoz vaticano Federico Lombardi señaló ante todos los medios del mundo que “la moral de la Iglesia desde siempre acepta el aborto indirecto”, aclarando que la Iglesia prefería usar esa denominación y no la de “terapéutico”. El portavoz tampoco dejó dudas sobre a nombre de quién hablaba: “El Papa no habló de aborto terapéutico ni de que debe ser rechazado. Lo que condena es que el aborto sea introducido como medio de control de los nacimientos”.

Pero hay más. Hace unos días, en el diario vaticano “L’Osservatore Romano”, el arzobispo Rino Fisichella, presidente de la Pontificia Academia por la Vida, “lamentó” la decisión del obispo de Recife, José Cardoso Sobrinho, luego que aquél excomulgó a seis personas por practicar un aborto terapéutico a una niña de solo 09 años, de 1,36 metro de estatura y 33 kilogramos de peso, embarazada de gemelos luego de ser violada por su padrastro. Fisichella, en su carta, señaló que “antes de pensar en excomuniones era necesario proteger una vida inocente”. Luego agregó: “Son otros los que merecen la excomunión y nuestro perdón, no los que te han permitido vivir y que te ayudarán a recuperar la esperanza y la confianza”.

Ya en nuestro país, la ironía es que quienes en Chile rechazaban siquiera discutir el aborto terapéutico ahora deberán hacerlo. El Vaticano lo puso en la agenda de discusión.

En este contexto, el hecho que el ex presidente Frei Ruiz Tagle recibiera toda clase de anatemas y descalificaciones, mientras sus adversarios políticos se precipitaron a proclamar su rechazo total al aborto terapéutico, sin siquiera discutir sobre él, y su absoluta fidelidad al magisterio de la Iglesia, no hace otra cosa que confirmar que en ellos hay “más papistas que el Papa”.

Pero si lo anterior, fuera de verdad sincero, ¿No cree que hoy ellos debieran a lo menos disculparse con ex presidente Frei y la ciudadanía ante un tema tan delicado?

*Magister en Gerencia y Políticas Públicas. Universidad Adolfo Ibañez.