POLÍTICA REGIONAL


Política Regional.

Publicada en enero 14 de 2009, en Diario El Centro de la Región del Maule.

*Jorge Navarrete Bustamante

La excelencia en la calidad de las instituciones y, especialmente, de quienes ejercen funciones en cualquiera de los tres poderes del estado, u organismos de administración comunal o regional, hacen la diferencia entre invertir o no invertir en un país o región.

¿Cómo andamos por casa?

Si hay algo que se desprende de diversos sondeos, opiniones, y hasta de la Estrategia Regional de Desarrollo Maule 2020 es que el nivel de la calidad política regional deja mucho que desear. Y ello es percibido como algo transversal, es decir, concierne tanto a la oposición como al gobierno; y abarca desde el nivel parlamentarios hasta el edilicio, y de la dirigencia partidaria que suelen derivar de la influencia y el poder de los primeros.

Por cierto que hay excepciones. Empero el clientelismo político, y la colocación de operadores como “cabezas de playa” (tengan o no pertinencia) en las instancia de gobierno, corporativas  y de municipios, guste o no, es la regla general. 

Pruebas al canto. El Intendente, por ejemplo, no ha podido efectuar los cambios necesarios que había anunciado debido a duras presiones parlamentarias recibidas, según aseverara él mismo sin cierta decepción a la prensa hace algún tiempo; es decir, aún no puede formar su propio equipo de trabajo. Hay un parlamentario que cada vez que lo llaman parte diciendo: “cualquier cosa pero a ésta Seremi no me la cambian”; por otro lado, hay municipalidades de oposición que han despedido a decenas de funcionarios -algunos de los cuales llevan más de una década en funciones- para colocar a algunos operadores, incluso hay una alcaldía que no tiene reemplazante (tras ser inhabilitada la alcaldesa) porque ninguno de los concejales de su lista tiene 4° Medio.

Pero hay más. El gasto regional será inferior al 90% debido a funcionarios “chambones” que después de enviar el contrato para la firma del ejecutivo regional se percatan que carecen de un documento formal deteniendo una compraventa de casi mil millones de pesos que constituyen tres puntos porcentuales del gasto, funcionario que ni siquiera puede ser removido porque es de “planta”; o porque de la cartera de 430 proyectos (que el actual Intendente simplemente “heredo”) se ejecutaron 408, lo que revela un endémico y grave error estratégico: los dineros que tienen destino regional se invierten con perspectiva local -la mayoría de montos pequeños y corto placista- debido entre otras razones a que dicha cartera no ha sido construida ni priorizada en base a una misión ni a objetivos estratégicos regionales y, por tanto, los Consejeros Regionales no tienen otra alternativa que aprobar, o modificar sólo un tercio de la propuesta del ejecutivo, sin dejar de ser significativo además que ellos son elegidos por autoridades municipales, específicamente por concejales.

Así, va perdiendo nuestra región…

Continuará.

*Magíster en Gerencia y Políticas Públicas. Universidad Adolfo Ibáñez.




Política Regional II

Publicada en enero 14 de 2009, en Diario El Centro de la Región del Maule.

*Jorge Navarrete Bustamante

Decíamos en la semana pasada que una buena, incluso una adecuada política regional, genera confianza en los agentes económicos y en la ciudadanía en general y, por tanto, estimula la inversión, otras veces el ahorro, en fin, es un activo para la competitividad.

Ya decíamos como lo que podría llamarse “clase política”, con las excepciones del caso, –léase parlamentarios, autoridades regionales, provinciales, comunales, y dirigentes políticos de todo el espectro- y a la que he pertenecido ininterrumpidamente, en mayor o menor medida, desde los 14 años, en nuestra región deja, como nunca antes, mucho que desear.

Y nótese que tenemos que algunos de ellos adquieren figuración nacional y con alguna  visión de estado; sin embargo, acá en la región actúan como si vinieran al “fundo”: tienen a lo largo de toda la cadena institucional y partidaria, capataces y peones que los desconocen o cambian cuando estiman menester ya sea porque estos adquieren algún poder de autonomía y “les pueden hacer sombra”, o simplemente porque ya no los son útiles.

Y eso, los poderes fácticos regionales o grupos de interés lo saben pues cuando alguno de ellos atenta contra sus expectativas no acuden a la institucionalidad como ocurre en toda democracia que se respete sino que lo “acusan” al parlamentario respectivo para que “tome medidas”.

Pero hay aspecto de mayor fuste. Algunos botones de muestra.

Los parlamentarios que impugnan la aprobación de una termoeléctrica por parte de autoridades regionales que se ciñeron rigurosamente a la ley emanada del propio parlamento, no cambian precisamente los estándares que ellos o sus antecesores legislaron- y que será aplicada en otras tres generadoras similares en otras regiones del país- sino que interpelan en el Congreso a los mismo funcionarios regionales que ellos recomendaron para tales cargos, según sea el caso, buscando “vetas de errores técnicos” para luego rechazarla. 

¡¡Es que es año electoral!!

Así las cosas, ninguno de ello propone soluciones –por ejemplo- buscando un lugar digno donde situar, de una buena vez, a los ambulantes que pululan por el centro de la ciudad  bajo el estigma de facilitar la delincuencia y de la evasión tributaria. Ninguno de ellos notifica, defiende, vela, o da una sola opinión por la dignidad de los pasajeros urbanos que transitan en micros del año1987 abusando de la tolerancia maulina en pos de una defensa empresarial mal entendida pues esas micros además contaminan y hacen de la ciudad un lugar poco acogedor y atrasado. Ninguno ayuda a solucionar la congestión de taxis colectivos para bien de esos empresarios, de los conductores y de la comunidad pues se les suele ver tensos, desatentos y a veces provocadores. El resultado entonces no puede sorprendernos: una ciudad, nuestro hogar, poco atractivo para vivir y compartir.

Continuará

*Magíster en Gerencia y Políticas Públicas. Universidad Adolfo Ibáñez.



Política Regional III

Publicada en enero 14 de 2009, en Diario El Centro de la Región del Maule.

*Jorge Navarrete Bustamante.

Decíamos que una región es más competitiva si tiene actores políticos de calidad, ya sea en el ámbito parlamentario, del Gobierno Regional, edilicio o simplemente dirigencial.

¿Qué NO hace un buen político

Un buen político no hace ni trabaja con “maquinas”, no transforma s sus partidos en un “aparato” para fines personales; no amenaza, tampoco extorsiona, ni soborna; no coloca a familiares, amigos u operadores –la mayoría ineptos- en puestos gubernamentales, corporativos o edilicios para incrementar el control sobre el Estado en provecho propio, de sus parciales de turno o del clientelismo.

Un buen político no miente. Ni dice, no hace, ni pide cosas a quién se le venga en mente sólo para agradar y obtener el favor del voto de las personas.

¿Qué es, entonces, un político de calidad?

Podría decirse que un buen político es aquel que tiene en su accionar continuo una conducta recta; esto és aquel que concibe la política ligada indisolublemente con la moral y con la ética, aquel que tiene internalizado que el fin de la política no es el poder sino que el Bien Común, y que el poder no es más que un medio para servir, para construir una vida de calidad más plena y sostenible para las personas, y para enrumbar a la sociedad hacia estadios de desarrollo siempre más elevados inherentes con la dignidad humana.

En términos desagregados, un buen político es aquel que ha abolido de su ideario la fatídica sentencia que “el fin justifica los medios… Es aquel que compite consigo mismo porque se reconoce perfectible y trata de ser una mejor persona, un mejor ciudadano. Es aquel que practica permanentemente la más sincera autocrítica, que hace del exámen de conciencia un indeleble hábito de vida con la perspectiva de ser más íntegros, más decente, más sensible con el dolor humano, más compasivos, mejores servidores.

Un buen político, respeta al que piensa diferente. Es capáz de construir acuerdos y, por tanto, hace de su coherencia con la tolerancia un factor insustituible y determinante para la cohesión, el progreso y la paz verdadera.

Un buen político tiene –en lenguaje cotidiano- vocación genuina de “propuesta más que de protesta”… “de ser parte de la solución y no del problema”… “de servir y no servirse” del poder que le han entregado los ciudadanos. De tener en su “agenda de reuniones” un encuentro asiduo con los valores, con la axiología, con los necesitados.

Un buen político da cuenta veráz y profusa de lo que hace y gana por su trabajo; de sus bienes, de su patrimonio. Un buen político no mezcla jamás los negocio con la política pues la concentración del poder es la antítesis de la democracia.

Un buen político usa la influencia y el poder que le han delegado sus iguales, nosotros los ciudadanos, con Sabiduría, con Amor, y con la Verdad.

Usted amigo lector y lectora, evaluará si en nuestra Región del Maule tenemos políticos de calidad verdadera.

*MBA. Universidad de Talca.