martes, 18 de enero de 2011

Mihovilovich

Mihovilovich

*Jorge Navarrete Bustamante

Hoy no quería escribir de cifras sino de humanidad, tan necesaria en los emprendimientos cotidianos.

Trataré –eso sí- de no perder esa objetividad tan esquiva cuando se escribe de un amigo desde hace ya 18 años. Empero, esta vez se hace referencia al escritor y juez que ha sido merecidamente reconocido por sus pares, lectores y expertos literarios.

Es que se trata un hombre de extraordinaria calidad humana, que ha forjado su espíritu y su exquisita sensibilidad en ese Chile oculto, y a la vez tan visible para quienes quieren verlo; en su querida Punta Arenas, en su intermitente arraigo linarense, en su recurrente paso por Talca, en su enamorado Curepto, o en la tierra de sus ancestro: la isla Brac en Croacia.

Cierto, a Juan Mihovilovic no le es ajeno el hombre y la mujer simple de la telúrica cotidianeidad de nuestras ciudades y pueblos; el niño sufriente, o ese “loquito” que deambula en cada pueblo de Chile, y que a veces aflora de cada unos de nosotros mismo de improviso.

Le enerva a Juan, la injusticia, la prepotencia, la frivolidad o la mediocridad - en todos sus niveles y perspectivas-, tanto el de las personas como el del sistema, el del “aparato”, el que manipula y el de la ponzoña, sobre todo cuando se trata de una “autoridad” –formal o informal-; lo cual usted podrá aquilatar a cabalidad en su próxima obra, “Grados de Referencia”.

La preocupación de fondo en las obras de Juan Mihovilovic, es la naturaleza humana, en sus racionalidades y locuras a veces hasta transmisibles, en esa inalterable paradoja, incontenible incertidumbre, en lo impredecible; en los miedos de cada uno, en sus encierros, en sus cegueras, en sus transformaciones; en la trascendencia y efímera expresión concreta de la vorágine personal de todos, y en todos los días.

Es un escritor profundo.

Sus inconfundibles obras “EL clasificador”, “Desencierro” y “Sus desnudo pies sobre la nieve”, entre otras, nos hablan además a través de símbolos, rostros, desmenuzados paisajes societales y detallados rasgos sicológicos que relevan a personajes sencillos que pueden transferirnos inadvertidamente en el día a día, el efecto de su quehacer o vivencia.

El prestigioso estudioso y crítico, Cristian Warnken, entrevistó el domingo pasado en TVN a Juan Mihovilovic, elevando su literatura –al decir de sus propias palabras- entre las mejores de nuestro país. También Curepto adquirió esta vez ribetes positivos más globales en un mundo en que la peculiaridad y la autenticidad están siendo aplastadas por el fuerte pie de la uniformidad y de la deshumanización.

Tal reconocimiento ha sido bueno para la humanidad local y personal.

Inexorablemente, al leer a Juan Mihovilovic uno se encuentra y reencuentra –a veces crudamente- con lo incognoscible, con lo natural, con lo viviente, y con lo aún sensible, que nos pueda quedar cómo personas.

Al fin y al cabo, no es más que la expresión de una persona humanamente rica, no por lo que tiene sino por lo que real y sencillamente, es.

MBA. Universidad de Talca.

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