martes, 14 de junio de 2011

Valores y Competitividad

Valores y Competitividad

*Jorge Navarrete Bustamante

La decisión de ser solamente competitivos sin valores, o competitivos con valores éticos, suele ser una disyuntiva “complejísima” para algunos gerentes o propietarios de empresas.

Casos vergonzantes abundan en Chile y el mundo.

Tal vez sea así porque nos hemos alejado como sociedad de la filosofía, de la ética humanista, del desarrollo libre del espíritu, de la moral aplicada; o sencillamente porque la humanidad ha vivido transformaciones históricas tan vertiginosas, crípticas y trascendentales, como ha sido el tránsito de una economía y sociedad industrial a otra basada en la información y el conocimiento, que ha quedado literalmente desorientada.

Hoy más que ayer, los valores morales importan; la ética es imprescindible más que mañana, pues ser competitivo a largo plazo trasunta ser primero honesto y honrado consigo mismo y para con los demás.

Es que los valores morales son guías de pensamiento y acción que determinan el comportamiento de las personas e instituciones. Sirven para establecer estándares de actuación orientadas al logro de una visión en el marco de un núcleo social, sea éste la familia, una institución, una región, o un país.

Así, en el largo plazo, los valores morales constituyen pilares esenciales para lograr genuinas ventajas competitivas, e impulsar la renovación de los valores en pos de conseguir una sociedad adaptada a la nueva realidad y más Competitiva.

Ya lo adelantaba Peter Druker: “Es necesario un principio de moralidad nuevo que se base en las características de la organización moderna y este principio consiste en hacer productivo el esfuerzo humano por medio de la organización, de tal manera que el esfuerzo personal organizado produzca beneficios sociales.”

En ello, los Gobiernos, sean públicos o corporativos privados, deben ser en los hechos coherentes éticamente, dar el ejemplo, reconocer y/o estimular a quienes hacen correctamente las cosas; pero también adaptar la legislación y reglamentos en pos de la probidad, el efectivo cumplimiento de lo planificado, y el bien social.

Cierto, que el gobierno regule o fiscalice para impedir la usura y la codicia, retrata a un Estado competitivo. Asimismo, el que una empresa entregue un producto o servicio ético es valorado por la sociedad, y también ello incrementa la competitvidad.

Incorporar en el sistema educativo y formativo continuo chileno, en todos los niveles, la formación en los valores humanistas para adaptarse al nuevo entorno competitivo, es ya imperioso.

Empero asimismo, la “Educación para la ciudadanía”, para buscar racionalmente principios de acción ética tanto en el actuar del Estado como en el mercado, es también necesaria.

Es que la competitividad de una empresa, encadenamiento o región se construye día a día con los agentes económicos (productores, distribuidores y consumidores), pero también con los ciudadanos; y en todo el proceso la ética no es para nada –como algunos pueden creer- banal.

*MBA. Universidad de Talca.

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