miércoles, 16 de noviembre de 2011

Karadima: Culpable

Karadima: Culpable

*Jorge Navarrete Bustamante

El caso Karadima es del más absoluto interés público. No sólo por la increíble lenidad mostrada por la Iglesia Católica durante varios lustros sobre el particular sino porque una entidad como ella, aspirante a modelar el alma de niños y jóvenes de Chile, no debió desentenderse cómo lo hizo hasta hace algunos meses el cardenal Errazuriz, de hechos tan graves como el de abuso sexual en contra de menores y otras víctimas.

La Iglesia Católica que con tanta alevosía fustiga el divorcio, el uso del condón, la homosexualidad, y se inmiscuye en la vida íntima de las parejas chilenas sólo reaccionó ante lo inminente, vergonzante e irreparable, y lo sentenció "a una vida de retiro y oración".

Por su parte, las autoridades del ya pseudo Estado Laico, tampoco actuaron en consecuencia: impusieron sus convicciones religiosas por sobre las de una autoridad democrática propia de un Estado aconfesional. Se comportaron insólitamente como fieles crédulos de una institución religiosa que usó toda su influencia, poder y prepotencia a su alcance para dejar impune al delincuente.

Pero si solo el año pasado, el ejecutivo del Estado chileno rechazó legislar sobre la imprescriptibilidad de delitos sexuales como los cometidos por Karadima.

Pero hay más. La Unión Sacerdotal, creada por Karadima, administraba un importante patrimonio inmobiliario y una relevante red social, en la que se encuentra ni más ni menos que una de las mayores fortunas del país: “el piadoso” Eleodoro Matte, el mismo que intercediera ante el Fiscal Nacional por su “guía espiritual”.

Karadima, sus “aliados y acólitos” -Arteaga entre otros- terminaron por aplastar la Iglesia de Raúl Silva Henríquez, de nuestro Carlos Gonzalez, o de Felipe Berríos, el mismo que decidiera por voluntad propia hacer evangelización verdadera en África ante la pérdida de densidad cristiana de su Iglesia.

Cierto, Karadima cultivó un tipo de religiosidad ensimismada, conservadora, egoísta, soberbia, e indolente, alejada del compromiso social de la Iglesia chilena. En la que jamás en dictadura se pregunto siquiera ¿Dónde está tu hermano?

Así, fue ese el guía de una generación reaccionaria que se creía con el patrimonio exclusivo de la virtud cristiana. Fue el padre espiritual de cincuenta sacerdotes y de cinco obispos, entre estos últimos los dos de nuestra región de Maule.

Antes de ayer, la ministra del caso acredito los delitos sexuales de Karadima pero debió sobreseer al delincuente por prescripción de los hechos. Una de las víctimas aseveró:

"Cuánto se habría evitado si Errázuriz hubiese hecho algo desde que empezaron las denuncias, cuánto se habría evitado si Juan Barros, Andrés Arteaga, Tomislav Koljatic, Horacio Valenzuela o Felipe Bacarreza hubiesen hablado a tiempo, pero no, siempre había una red de protección y por supuesto la sigue habiendo".

Mis amigos católicos, sinceramente avergonzados solo me dicen que Karadima y quienes guardan silencio cómplice podrán ir a muchas partes pero jamás al cielo.

Magister en Políticas Públicas. Universidad Adolfo Ibañez.

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