Jorge
Navarrete Bustamante*
En la coyuntura económica actual,
necesitamos más que nunca velar por que las regiones, empresas e instituciones
de colaboración estén bien gobernadas y, por consiguiente, sean fiables y
sostenibles. Una aplicación excesiva de planteamientos a corto plazo ha tenido en
el pasado generalmente resultados desastrosos.
Según el enfoque prescriptivo, “la gobernanza se refiere a la manera en que el poder legítimo se
ejerce en relación con la sociedad y para el bien común”. En cambio, bajo la óptica del enfoque descriptivo, el
concepto de gobernanza establece que la sociedad, o un determinado territorio, no es regida únicamente por el gobierno, sino que
éste es parte de una red compleja de interacciones entre instituciones y grupos.
La Junta de Adelanto del Maule que agrupa a empresarios, universidades, gremios y profesionales, se reúne con parlamentarios maulinos para analizar y proyectar iniciativas regionales. |
La gobernanza trata
entonces de aspectos concernientes a la distribución del poder político y
socioeconómico, y constituye un sistema de relaciones políticas y
socioeconómicas en que el gobierno es sólo una parte –la más visible- de la
compleja red de interacciones y grupos, en el que obviamente el
gobierno no es el único que planifica, cuando de verdad lo hace.
De
manera que la marginación de actores
público, privados o académicos importantes, o la sobre representación de uno sobre los otros, puede llevar a crisis de
gobernanza, en donde el arreglo político del poder pierde la capacidad de
canalizar los distintos
intereses a través de mecanismos de resolución pacífica de
conflictos.
El desafío hoy día entonces, es transitar desde la
gobernanza basada en jerarquía, a la sustentada en redes. En efecto, la
diferencia entre ambas radica en que la primera se basa en estructura, y la
segunda en procesos; una es enclaustrada y la otra se inspira o actúa en la
apertura; la primera a lo más coordina, y la segunda colabora; una se centra en
las cuentas al detalle, la otra en la confianza adquirida; la primera se
sustenta en el poder, y la segunda empodera.
Sí, trabajar redes, entendidas
estas como: Espacios estables para la colaboración público-privada donde las
empresas y agentes de innovación como la universidad o centros tecnológicos, y
también los del mundo de la política, interactúan en procesos de reflexión y
aprendizaje relativos a la innovación y la competitividad regional.
Ello no es banal. Al decir de Barro (1998),
las regiones de mayor éxito serán las que tengan la capacidad para generar redes
de empresas, e instituciones que permitan utilizar sus recursos –formación
continua, sistemas tecnológicos y de comunicación, entre otros- sistémicamente,
fomentando la movilidad del capital y los recursos humanos; potenciando la
innovación y a los emprendedores.
La Gobernanza de redes para la
competitividad… Pienso que podemos lograrla.
MBA. Universidad de Talca.
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