*Jorge Navarrete Bustamante
Las políticas sectoriales no son neutras ante la desigualdad
territorial. Son más bien, “espacialmente ciegas”, que no ven, ni internalizan,
ni menos corrigen o compensan, los impactos diferenciales en distintos
territorios.
Y es así porque una misma política o programa puede ser
extraordinariamente pertinente para una región o territorio, indiferente para
otra, y para una tercera tener un efecto adverso.
Ello es una cuestión para nada banal.
Es que recurrentemente en nuestro país el centralismo ha diseñado
políticas con propósitos sectoriales, que pueden tener resultados agregados
positivos, pero cuando éstos se analizan de manera desagregada ocultan
importantes desigualdades.
Las razones que explican las brechas territoriales que no logran ser
eliminadas por estas iniciativas, son distintas. En muchos casos, éstas son
anteriores al diseño y la implementación de las políticas y tienen que ver,
precisamente, con el tipo de diferencias territoriales que, a la larga, las
mismas políticas contribuyen a perpetuar por no ser consideradas al momento del
diseño de las intervenciones.
Grave asunto.
Y en regiones, como la nuestra, ello es aún mayor pues el territorio genera efectos
diferenciales, particularmente en los habitantes de zonas rurales.
Cierto es que ello lo hemos revertido progresivamente,
aprendiendo de la experiencia que nos indica que las
políticas deben dejar espacios de flexibilidad para que los actores locales
puedan responder con pertinencia a las características de las comunidades
específicas, y su a entorno social, económico y cultural.
Ello es particularmente evidente en la educación -por ejemplo- donde
los desafíos de la enseñanza rural en Chile y el Maule son poco estudiados, y
en donde la inexistencia de un modelo de gestión territorial de la educación
provoca brechas notables.
Obviamente, inciden también diversos factores como las capacidades
diferenciadas de gestión; la voluntad
política del jefe comunal para incidir en la gestión de recursos y proyectos; y
las redes de apoyo y colaboración tanto en el ámbito interno como externo.
Otro tipo de factores importantes considera: variables demográficas
locales; la estructura y dinámica productiva; movimientos poblacionales tales
como migraciones campo-ciudad para localidades más rurales; las posibilidades
de conectividad y accesibilidad; y la oferta en mano de obra calificada, educacional,
de servicios fundamentales y hasta recreativos, que existan en dicho
territorio.
De manera que el territorio importa; y mucho, pues la forma en que se
presente este tipo de factores puede tener una incidencia negativa en el
desarrollo competitivo de una región, de una provincia, de una comuna o de un
conjunto de comunas.
Tener entonces una pertinente territorialización -en una región rural
como la nuestra-, para en función de ello diseñar políticas públicas sub nacionales,
es otro desafío imperioso de asumir.
MBA. Universidad de Talca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario