viernes, 12 de abril de 2013

Algo de cifras, desequilibrios y desafíos.

*Jorge Navarrete Bustamante

Elocuentemente, el desarrollo económico y social que ha logrado Chile en los últimos 30 años es un hecho de la mayor importancia en nuestra historia.
En efecto, Chile logró reducir la pobreza en más de un tercio, y triplicar el ingreso per cápita; tanto así que hoy cerca del 80% de la población tiene ingresos iguales o superiores a las familias del 10% de mayores ingresos en 1990.
Asimismo, en los últimos tres lustros la tasa de crecimiento económico alcanzó a 4,1%, con un impulso importante en los último años alcanzado un 5,5% anual aproximadamente.
En materia de competitividad, Chile lidera los rankings en América Latina y ha revertido la productividad negativa que se había convertido en un lastre para el crecimiento.
Empero en los promedios, y eso todos lo sabemos, muchas veces se esconden realidades muy distintas a lo largo y ancho de Chile.
Cierto, el ingreso per cápita nacional se empina a los 19 mil dólares, pero la diferencia entre la región más rica y la más pobre es cercana al 200%.
El Índice de Competitividad Regional (UDD), cualquiera sean las disquisiciones o discrepancias metodológicas revela en su último informe que la diferencia entre la región más y la menos competitiva es cercana un 40%.
Simultáneamente, en la última Encuesta de Innovación la tasa de las empresas chilenas fue de 19,2% en los años 2009 y 2010; sin embargo la diferencia entre la región con la mayor (29,8%) y menor (11,6%) tasa fue de casi veinte puntos.
Del mismo modo, según el informe de productividad de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), mientras el 2011 la Productividad Total de los Factores (PTF) del sector minero experimentó una caída de 19,4%, la agricultura, caza y pesca, sector con mayor presencia en el sur aumentó en un 12,5%.
Evidentemente, estas cifras nos muestran que el desarrollo sólo será posible –lo hemos dicho antes- con políticas públicas sub nacionales o focalizadas en cada una de las regiones del Chile.
Y ello en una región de mayor ruralidad, como la nuestra, es sencillamente fundamental. Por tanto, contar con una Estrategia de Desarrollo Competitivo en el Maule, es una necesidad imperiosa. Impulsar, por ejemplo, iniciativas regionales (que complemente los habituales programas nacionales) en ciencia y capital humano, apoyando la investigación científica y la generación de capital humano avanzado; programas de apoyo a las universidades e instituciones para la competitividad, además de buscar acercar a los jóvenes en etapa escolar al mundo de la ciencia, es neurálgico hoy en día para aproximarnos al desarrollo verdadero.
Construir un entorno para que las nuevas generaciones de niños y jóvenes maulinos, en cada una de las comunas del Maule, piensen e imaginen una región distinta, y sean protagonistas en construir un Maule y un Chile más justo, sin pobreza y que avance con todas sus comunas hacia el desarrollo, es el desafío fundamental que hoy tenemos.
MBA. Universidad de Talca

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