martes, 16 de abril de 2013

Los cinco sentidos de Alfonso.


*Jorge Navarrete Bustamante.

Así, más o menos, se denomina el último libro de cuentos de Alfonso Morales Celis. En el que dicho autor pone especial énfasis en el recuerdo, en la memoria de los tiempos y espacios idos.

En efecto, dicha obra financiada por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, y a presentarse el jueves 24 en la Universidad de Talca, nos lleva a reencontrarnos con esas pequeñas cosas -al decir de Serrat- que van construyendo un todo imborrable.

Y Alfonso Morales condensa sus avatares y matizado bagaje de vida evocando experiencias con una perspectiva de trascendencia.

Cierto, el escritor retiene en su memoria cada fenómeno y detalle de antaño que a su vez recobra vida ahora, en tiempo presente. Es como la gestalt, o capacidad de la mente para configurar los elementos que llegan a ella a través de los canales sensoriales o de la memoria (pensamiento, inteligencia y resolución de problemas)
Tal configuración, es lo que precisamente logra Alfonso Morales Celis, con ese inexorable carácter primario por sobre los elementos que la conforman, y cuya suma de estos últimos, por sí solos, logran resumirse en ese axioma: El todo es más que la suma de sus partes”.
Es que el recuerdo para Alfonso es sinonimia de trascendencia y de eternidad. Por ello -al parecer- ese infatigable esfuerzo por alejarse del Alzheimer; y, por consiguiente, ese denodado afán por las reminiscencias para plasmarlas no sin cierta obsesión en cada renglón del libro sobre el acontecer en el más amplio espectro de su vida: desde la cotidianeidad a la esencia, desde lo aparente a lo estructural, desde la simplicidad a lo insólito.

“El último tren”, es una imagen en el libro que esboza suspenso de principio a fin; combinando el sentido por lo salado de las lágrimas, y el dulzor de naranja en Elena. Describe allí el comienzo de la dictadura de Pinochet sobre ese tren de trocha angosta que serpentea orillando los recodos del río Maule entre Talca y Constitución… La misma dictadura que le llevó al exilio en España para retornar a fines de los ´80, cuando le conocí junto a su compañera de vida, Alicia.

Tal  vez esa desafección al olvido de Alfonso, solo es comparable al de la soledad. La descripción post mortem de su madre, de su hogar, de cada mueble es sencillamente magnífica. Las cosas parecen cobrar vida. Su arrepentimiento por pequeñas travesuras de adolecente es tan creíble como la inercia religiosa de que fue objeto. Los juegos de pelota de trapo retrotraen al lector a instantes tan felices como el recorrido por Talca de la época a que nos lleva el autor desde su casa en la 11 oriente.

En fin, en esa caja de “Polvo de Harem”… hay un fragmento de vida que permite llegar al corazón de Alfonso Morales Celis, en tiempos que no volverán pero que siguen viviendo en él, y que desea compartir con todos nosotros para que el recuerdo no muera, para que la compañía sea indeleble, para que la vida contenga eternidad.

MBA. Universidad de Talca.











No hay comentarios:

Publicar un comentario