jueves, 29 de abril de 2010

Inteligencia Competitiva II

Inteligencia Competitiva II

*Jorge Navarrete Bustamante

Se suele decir que el conocimiento es el motor de las organizaciones actuales. Ello no es nada nuevo pues las empresas, las regiones y los países desde tiempos inmemoriales han dedicado parte de sus esfuerzos a tener información útil y a interpretarla con visión de futuro.

En la actualidad, la globalización de los mercados y el desarrollo de la red digital han definitivamente transformado el valor que las empresas le atribuyen a la información, hoy más estratégica que nunca antes, dada su necesidad de hacer propuestas coherentes, certeras y diferenciadas.

Es por ello que disciplinas como Inteligencia Competitiva (IC), dedicadas a recoger, filtrar y analizar la información, se haya convertido en un elemento esencial para cualquier tipo de empresas: para crear nuevos productos y servicios; para definir estrategias de comercialización; para potenciar las capacidades de la organización y renovación de estas; para mejorar los servicios a los clientes… , entre otras varios vectores competitivos.

Las experiencias de estilo en el proceso de Inteligencia Competitiva (centralizado o descentralizado), de carácter (público, privado o mixto) o de ciclo de vida (emergente, creciente o maduro) en Canadá, Corea del Sur, EEUU, Francia, Israel, Japón, Reino Unido, y Suecia son notables. A las que habría que incorporar ya desde fines de los ´90 e inicios del año 2000 a España, entre otros varios.

En América Latina, la IC han alcanzado alguna significación en determinadas industrias en México y Brasil. Chile desde hace algunos años lo ha asumido -en alguna medida- a nivel de empresas o cadena.

En general, la experiencia internacional arroja como resultados a lo menos dos conclusiones: Las empresas, cadenas o clusters de las economías más desarrolladas son las que han apostado con mayor decisión a la Inteligencia Competitiva (IC); y no existe un modelo global de IC, sino distintos sistemas que responden a las peculiaridades de cada país o región.

El Centro de Competitividad del Maule (radicado en la Universidad de Talca financiado con recursos públicos), y que el suscrito dirige, está consciente de ello y se plantea un reto interesante: el de definir un modelo propio de Inteligencia Competitiva que apoye nuestro sistema de innovación nacional y regional, enfocado inicialmente en los clusters actuales (vitivinícola y frutícola), y potenciales (pudiendo ser el forestal maderero, el olivícola, de servicios tecnológicos, u otro rigurosamente a identificar).

A eso me refería con la frase final en la columna anterior, “en eso estamos” … Aportando al desarrollo competitivo de las empresas maulinas y de nuestra región, a través de un trabajo de inteligencia en cuatro categorías, ya detalladas en la semana pasada: Inteligencia Comercial; Inteligencia tecnológica; Inteligencia Competitiva e Inteligencia Estratégica.

Continuará.

MBA. Universidad de Talca

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