miércoles, 15 de septiembre de 2010

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*Jorge Navarrete Bustamante.

Eran pocos los que creían de verdad en la Independencia de Chile ese 18 de septiembre de 1810, a pesar del despótico y venal Gobernador español García Carrasco,­ y del descontento creciente con el imperio en las últimas décadas del siglo XVIII.

En efecto, ni los hacendados, peones e inquilinos; tampoco los comerciantes y artesanos; mucho menos los españoles en Chile (miembros del ejército y de la burocracia colonial), ni la Iglesia Católica (de altísima influencia económica, social, política y cultural), abrigaban una sentida vocación emancipadora.

De otra manera, no pudiera concebirse que representantes de esos sectores –Fernando Marques de la Plata o el Obispo José Martínez de Aldunate, por señalar un par- aceptaran suscribir un acta como la de la Primera Junta Nacional de Gobierno, que en sus frases más elocuente, señala:

… “defender al reino hasta con la última gota de su sangre, conservarlo al señor don Fernando Séptimo y reconocer al Supremo Consejo de Regencia...Todos los cuerpos militares, jefes, prelados, religiosos y vecinos juraron en el mismo acto obediencia y fidelidad a dicha junta instalada así en nombre del señor Don Fernando Séptimo, a quien estará siempre sujeta”. Acta del Cabildo de Santiago (18 de septiembre de 1810).

Eran otros entonces los comprometidos con la Independencia de Chile. Fueron unos pocos intelectuales que habían internalizado las ideas racionalistas o ilustradas que hacían referencia a la República como mejor gobierno y adecuado marco de convivencia social. Ello encontró eco en dos significativas excepciones en la Iglesia Católica chilena, a nivel de fraile, como es el caso de Camilo Henríquez, y del sacerdote talquino José Ignacio Cienfuegos. La curia, en cambio, se mantuvo adicta a la monarquía hasta que la República se posesionó irreversiblemente.

Hubo también excepciones entre hacendados, como O´Higgins, que se había formado en la Logia de Caballeros Americanos (Inglaterra), y José Miguel Carrera que en sus viajes a Europa abrazó los ideales emancipadores. Con el tiempo se incorporaron más.

Sí, pasado mañana celebramos el hecho que por vez primera los criollos (hijos de españoles nacidos en Chile) empezaran a regir, después de casi 300 años de colonialismo, nuestro territorio y a su gente, aunque fuera jurando lealtad al rey; al fin y al cabo, ello constituye el primer paso de nuestra Independencia.

Bailaremos cueca, pese a que en 1829 el Obispo Vicuña Larraín la declaró “danza del pecado”, y degustaremos empanadas que vienen de la época de los griegos y persas. Ambas ya están –al igual que la Independencia- en el corazón de Chile, y ya nadie nos las puede arrebatar.

¡¡Feliz 18!!

*Magister en Gerencia y Políticas Públicas. Universidad Adolfo Ibañez.

2 comentarios:

  1. Septiembre, el mes del Bicentenario y en este año las circunstancias lo hacen aun mas especial. No solo hemos cumplido una etapa, sino además nos hemos nutrido de la fortaleza de nuestra gente, de los chilenos que han afrontado los desafíos y han afianzado el compromiso con el futuro.
    El año del Bicentenario, esta atravesado en su corazón por los efectos de un terremoto y por compatriotas atrapados por la naturaleza, que se niega a ser olvidado.
    Empero, la unidad que se ha logrado en el dolor; nos ofrece una especial oportunidad para crecer y en esta nueva realidad que nos encontramos, miramos el pasado como referencia, invitándonos a renovar las fuerzas para seguir dando lo mejor, de nuestras profesiones, nuestros talentos y poder construir desde la diferencia un Chile, su presente y futuro.

    Un gran abrazo Jorge.

    Felices Fiestas Patrias¡¡¡¡¡¡¡

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  2. Gracias Diego.

    Tienes razón... lo bueno casi siempre algo cuesta.

    Un fuerte abrazo.

    Jorge.

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