*Jorge Navarrete
Bustamante
Chile bajó dos lugares en
la competitividad mundial, desde la posición 31 a la 33, de un total de 144
países, en el ranking que anualmente elabora el World Economic Forum (WEF) y,
aunque cae en la mayoría de los 12 pilares, esta vez desciende al lugar más bajo desde 2004.
Promoviendo a Chile y la región de Maule (2001), en ronda de negocios y acuerdo de hermanamiento con la Provincia de Hebei, China, desarrollando competitividad. |
Ello se veía venir pues se ha agravado en aquellos factores en los
cuales, lejos de asumir acciones conducentes a revertir su desmedrado
desempeño, con cierta rigidez por intereses o sobre ideologismo, se ha
insistido en mantener líneas erradas salvo las aún insuficientes iniciativas,
como la reforma tributaria de ésta
semana.
En efecto, si bien globalmente ha caído al lugar 33, resulta vergonzante
que en calidad de
educación primaria ocupe el lugar 119°; en sistema educacional el lugar 91°, y
en sistemas de investigación e innovación lugares similares; asimismo, debemos
alcanzar los estándares de la OECD en el uso
de las tecnologías de la información, es decir,
en jerga popular, “banda ancha para todos, manga ancha para nadie”.
Ello ya debiéramos haberlo revertido o haber adoptado medidas públicas
mitigadoras a sabiendas que el aumento de la competitividad está condicionado a abordar con éxito
estas debilidades.
No se ha entendido que lo que nos reportó éxito en los últimos 20 años
ya no es suficiente, tenemos que ser más creativos, audaces y mejores
distributivos.
La consiguiente altísima desregulación nos pasó la cuanta en el ítem protección a los intereses de accionistas
minoritarios pues bajamos del lugar 30° al 48° visibilizándose en ello el desvergonzado
caso de la Polar. Coherente con lo anterior, se evidencia una brusca caída en
cuanto a la fortaleza de las auditorías, desde el °26 al 45°.
Cierto, lideramos en América Latina, y la crisis europea aún nos hace
ver mejores de lo que somos. Pero debemos entender de una buena vez que debemos
realizar cambios al modelo; la concentración económica y política nos aplasta
por lo que debemos innovar en el “modo de hacer las cosas”.
Es verdad crecemos más económicamente y tenemos sólidos indicadores
macroeconómicos pero nuestra productividad (a diferencia de Perú, México y
Brasil) se mantiene baja o estancada.
Construyendo competitividad en Maule Activa, entidad que agrupaba a empresas, universidades y estado enfocado en el desarrollo de la TICs, enn la región más rural de Chile. |
Ya no podemos más “esconder la cabeza”, debemos como país –idealmente como región- fortalecer nuestra educación pública en forma profunda y sostenible; apoyar a las universidades y centros tecnológicos que investigan; tomar decisiones más estructurales y de más “largo aliento”.
Es allí donde nos “aprieta el zapato”, que se entienda de una buena vez
y, si para producir esa transformación en el modelo es necesaria una sustantiva
reforma política –como ya se dijera hace varios años desde esta y otras
columnas-, emprendámosla sin complejos ideológicos ni intereses de grupos que
sólo han logrado formar ghettos en Chile, descontento social, desconfianza en
nuestra instituciones ante una discriminación educacional elocuente, y una
consiguiente pérdida de nuestra competitividad país.
Aprendamos la lección.
*MBA. Universidad de Talca.
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