miércoles, 1 de mayo de 2013


Trabajo

*Jorge Navarrete Bustamante

El hombre es un ser natural, forma parte de la naturaleza y hunde sus raíces en ella. Es un ser biológico, sometido a las leyes de la vida. Pero es más que un simple animal, es algo distinto a un mero ser viviente.

En efecto, se distingue de los animales porque piensa, porque crea y porque se relaciona con la naturaleza de un modo absolutamente nuevo: extrae de su seno los elementos naturales para modificarlos y hacer de ello sus medios de existencia.

De esta manera, el hombre intercala entre sus necesidades y el acto de satisfacerlas, un acto fundamental: el trabajo.

Es el trabajo lo humano por excelencia; es el trabajo lo que hace la hombre, hombre; es el trabajo lo que diferencia lo humano de lo meramente animal; es el trabajo lo que confiere al acontecer humano ese específico dinamismo de su transcurso que lo convierte en un ser histórico, siempre nuevo y distinto, siempre otro, siempre rico en potencialidad y perspectiva.

Y es así, porque al trabajar, al modificar la naturaleza para satisfacer sus necesidades, el hombre se modifica a si mismo, y por tanto, tiene una connotación de trascendencia, de eternidad.

Sin embargo, paradojalmente, siendo el trabajo la raíz y fuente de lo humano, la razón de su poderío y de su riqueza, siendo el trabajo lo que espiritualiza al hombre y lo coloca en el rango supremo de lo existente, ocurre que ese mismo trabajo, para las grandes mayorías laborales del mundo, es aún causa de pobreza, de impotencia, de dolor y de injusticia: no reciben un trato ni un salario proporcional a la cantidad y calidad de trabajo realizado.

De ello da cuanta la historia y, lamentablemente, también el presente.

“¡Ocho horas de trabajo!, ¡Ocho horas de descanso reparador! ¡Ocho horas de estudios!” fue el gran lema del IV Congreso de la American Federation of Labour. Dos años después, el 1° de mayo de 1886, en Chicago, fueron ejecutados obreros por haber luchado por la concreción de dicha tríada.

En Chile, la situación no varió sustancialmente. Es así que ya en 1834 los mineros de Chañarcillo paralizan sus faenas para pedir un trato digno.

En los últimos lustros del siglo XIX, y los primeros del XX, los trabajadores se organizan en mutuales, embrión de los sindicatos. En 1903 se efectúa la movilización de los obreros portuarios de Valparaíso; en 1905 la de la carne; en 1907 la matanza de la Escuela Santa María de Iquique; en 1909 se funda la Federación Obrera de Chile; en 1955 Clotario Blest se constituye en el primer presidente de la CUT; durante la dictadura militar grandes conquistas laborales fueron abolidas, y aún hoy día perdura el miedo a la sindicalización, el aprovechamiento de subcontratista, y la negativa de la derecha en el parlamento a fortalecer la fiscalización de los organismos correspondientes.

En la actualidad, el trabajo precario aún afecta a miles de chilenos y los niveles de sindicalización son exiguos. Empero, me anima la certeza que el mañana será más justo.

MBA. Universidad de Talca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario