*Jorge Navarrete Bustamante
El martes recién pasado fue de antología. No sólo porque Chile clasificó
merecidamente en forma consecutiva para el mundial de fútbol, esta vez a
Brasil, sino porque al fin se aprobó la ley de TV Digital para Chile, y la ley
que entrababa el cambio del funesto sistema binominal que en definitiva
menoscabó nuestro sistema democrático por un cuarto de siglo: la causa de los
vetos de la ultraderecha, de las leyes “empate”, de la iniquidad de las reforma
educacionales, previsionales y de salud.
Fue de esos días en que nos fuimos a casa con aires de satisfacción por
el progreso experimentado en diversos ámbitos del desarrollo de la patria.
En efecto, al eliminarse el “guarismo 120” en la constitución, ya es
posible modificar el actual sistema electoral. Ello fue mérito de Renovación
Nacional y de la Concertación quienes aportaron la mayoría necesario. Por su
parte, la UDI obviamente trató esta vez infructuosamente de bloquear el
resultado, y ante la inminente derrota incluyó en base a un resquicio –a última
hora- indicaciones para dilatar el proceso y volver a tratar ello en la sala en
la Comisión de Constitución.
Ya no hay retorno al binominal, y la UDI lo sabe: su protección a un
sistema que tantos dividendos políticos le reporto, y a empresarios que apoyaron
el pinochetismo, empieza a desplomarse; el modelo empieza a modificarse, aunque
no a reemplazarse; es un cambio en el modelo, y no del modelo.
Sus viejos argumentos, propios de “guardianes” de este sistema
autoritario que, antes le funcionaron en una ciudadanía mayoritariamente inexperta;
esta vez frente a una sociedad civil alerta, organizada y vigilante, no fructificaron:
“que en los chilenos no tiene prioridad el cambio del sistema binominal, y sólo
el empleo”; “que es lo único que le da estabilidad política país”, (el temor a una
disensión tan propia de la democracia); “que es una mala señal contar con 14
diputados más”; que el binominal –al decir de Melero- “había sido más
proporcional que el propio proporcional”¿?, determinaron que ya sus propios aliados,
y aún más, los congéneres de todo el mundo político chileno, a votar que no
estaban dispuestos a ser cómplices de tan baja densidad democrática y
generadora de privilegios.
En este logro democrático, Renovación Nacional ha retomado los cauces liberales
y republicanos que siempre le fueron distintivos en Chile, y que le granjearon
el respeto de chilenos y chilenas por generaciones. Se empieza a hablar de la “Nueva
Derecha”.
Pareciera ser que el Presidente
Piñera con su pragmatismo, inspiración democrática y accionar por los derechos
fundamentales de las personas, describió en el último año un itinerario
político y hasta ideológico de la “Nueva Derecha” que Chile necesitaría y, en el marco de un nuevo régimen
electoral y probablemente constitucional, que implementaría el probable
gobierno de la “Nueva Mayoría” requerirá de una derecha de “Nuevo Tipo”.
¡Indudablemente, fue un buen martes!
MBA. Universidad de Talca.
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