sábado, 27 de julio de 2013

Chile: Regularidad de sus crisis



*Jorge Navarrete Bustamante

Nuestro país suele presentar severas crisis institucionales y sociales cada 40 años.

En efecto, ese así desde antes de la guerra civil de 1830 que culminó aquí, en Lircay.

Nótese que desde la guerra civil de 1851, al triunfo de los conservadores sobre liberales y penquistas, le sucede -40 años después- la guerra civil de 1891, enfrentándose la política nacionalizadora de Balmaceda versus la liberal de la plutocracia; posteriormente, a inicios de la década de los 1930 –cuarenta años después- fruto de la crisis del ´29 y de la dictadura de Ibáñez, se suceden efímeros gobiernos de facto; y en 1973, a casi 40 años del último quiebre institucional, se produce un golpe de estado sin precedente por su crueldad, trasformación regresiva, y ataduras institucionales que perduran hasta hoy día.

Y, este año 2013, a 40 años de iniciada la dictadura de Pinochet, hay notables movilizaciones transformadoras en pos de romper los cerrojos institucionales establecidos en esa; en los ámbitos constitucional, electoral, educacional, previsional y valórico. En suma, de ampliación democrática, distribución del ingreso y libertad de conciencia.

Cabe, entonces, preguntarse si seremos capaces de resolver este nuevo trance histórico de manera civilizada, pacífica y en concordia.

Ello, a veces parece lejano.

Cierto, al escuchar a algunos que es posible aún darle “una vuelta más al torniquete institucional”; que propenden provocar con su accionar una eventual reacción que posibilite la interpretación de inconstitucionalidad para nuevamente “golpear los cuarteles”;  o que agravian el alma democrática de Chile levantando a espúreos líderes, hijos del binominal y con reconocidas identidad autoritaria, demuestran que no han aprendido nada o que sencillamente sus propios intereses están por sobre los de la patria que tanto dicen defender.

Difícil cosa ésta.

Pero hay quienes si han aprendido, son los que han aceptado las fraudulentamente reglas constitucionales heredadas sólo por la paz de Chile; cedido en diversas coyunturas para obtener algunos avances para los más carenciados y no alterar una hipócrita concordia social, a costa de debilitar el rol del estado.
Ello, ya no es tolerable para millones de compatriotas.

Por lo mismo, este 2013 -a 40 años de instaurada una dictadura reconocida como tal a escala planetaria, salvo por los que aspiran codiciosamente mantener el actual sistema-, las chilenas y chilenos debemos asumir democráticamente decisiones fundamentales.  

En cada compatriota radica la capacidad de cambiar pacíficamente el curso de una crisis institucional, social y valórica en marcha.

Puede ser que esta vez revirtamos la historia, o la planificada vocación confrontacional de quienes suelen romper las reglas institucionales cuando estas pueden cambiar su esencia oligárquica y discriminadora, por una explícita profundización democrática.  

*Magister en Políticas Públicas. Universidad Adolfo Ibáñez.

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