*Jorge Navarrete Bustamante
Leyendo hace unos días a Andrea
Reppeto y a Eduardo Engel, me convenzo más de lo imprescindible de una reforma
tributaria que contribuya a revertir los aún magros indicadores sociales del
país.
Efectivamente, tal a reforma, que en lo
central aumenta de 20% a 25% la tasa del impuesto de primera categoría y
elimina el Fondo de Utilidades Tributables (FUT), exige que aquellos que tienen
más colaboren proporcionalmente más para poner al día el aporte del Estado,
específicamente, en educación, salud y vivienda.
La reforma en comento,
inexorablemente no alterará la macroeconomía nacional ni cosa parecida tal como
lo prevén empresarios destacados como Jorge Awad, Ignacio Cueto, y otros.
Cierto, cabe consignar -dice Andrea
Reppeto- que: "Aquí ha habido mucha confusión y se olvida que en nuestro
país el impuesto a las empresas es simplemente una retención y que son las
personas las que pagan impuestos. La propuesta de afectar la retención que se
hace a nivel de la empresa no cambia cuáles son los impuestos que paga
finalmente el dueño de esa empresa, independiente de su tamaño. Incluso
contempla una baja en la tasa marginal más alta, beneficiando a los que generan
más ingresos".
Dicho de otra manera, no existe un alza de impuestos a las
empresas; lo que se pretende aumentar es la retención. Más claro aún: Así como
un empleador retiene los impuestos de sus trabajadores en el sueldo todos los
meses, aquí se le está reteniendo un impuesto al dueño de la empresa que, si
sobrepagó se le devuelve a fin de año y, si subpagó, tiene que pagar la
diferencia. Por tanto, no se trata de incrementar el impuesto a las empresas,
pues aquí los que pagan impuestos son las personas.
Cierto, se aumentará la carga tributaria que proviene
justamente al cambiar del sistema de pagar según, las utilidades que se
reparten, al de utilidades devengadas. Eso hace una diferencia porque se acaba
este crédito gratuito que se les está dando a los dueños de las empresas que
están en los percentiles más ricos de la población. Es que es precisamente ahí
de donde viene la mayor recaudación y en ese sentido se aumentan los impuestos
a las personas, no a las empresas, con una rebaja en la tasa marginal más alta
porque se reconoce que las tasas marginales más elevadas, si bien generan
progresividad en el sistema, al mismo tiempo son un desincentivo a la inversión
en capital humano. Entonces, tasas más bajas también promueven la inversión en
capital humano y esa es la combinación que está proponiendo Andrea Reppeto y
Eduardo Engel, entre otros prestigiosos economistas.
Sobre la eliminación del FUT, esta se debe a que las pequeñas
empresas no se benefician con este; todo lo contrario. Al pequeño dueño, que
genera poco, se le retiene hoy día el 20% y si tenía que pagar sólo el 10% de
sus ingresos, ese 10% adicional que prepagó quedó guardado y no se le devuelve
mientras las utilidades no se repartan. Pero los socios ricos, ellos sí tienen
incentivos para retener utilidades.
MBA. Universidad de
Talca.
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